El expresidente Leonel Fernández es un hueso duro de roer en virtud de su liderazgo y condición de estadista, pero Gonzalo Castillo puede derrotarlo en las primarias abiertas del domingo y convertirse en el candidato presidencial del PLD para la elección del 2020.
No resulta complicado entender que cuando un precandidato disfruta del apoyo político del presidente Danilo Medina, quien cuando declinó la reforma constitucional tenía una aprobación superior al 60 por ciento debido a las realizaciones sociales de su obra de gobierno, el delfín Castillo está en situación de darle un vuelco extraordinario a la vida política dominicana.
Porque si finalmente gana, como proclaman convencidos y hasta eufóricos los danilistas apenas días antes de las votaciones, entrará a la historia como una leyenda electoral que en apenas dos meses logró conquistar el apoyo de la mayoría de los electores que terciarán en unas novedosas primarias simultáneas, con el padrón de la JCE, votación automatizada y arbitrada por el tribunal electoral.
Si la estrategia del danilismo opera efectivamente, no solo se impondrá su condición de mayoría de los organismos partidarios y estructuras de poder institucional, sino que, desde afuera, a Castillo le traspasan el comportamiento electoral de la inmensa población pobre y de clase media beneficiada de las visitas sorpresa, los planes y programas sociales del mandatario y la multimillonaria inversión en el campo y la ciudad.
Tres señales recientes muestran el debilitamiento de Leonel. Primero, sus denuncias de posible fraude y la desconfianza en la JCE. Segundo, su petición del conteo manual concomitante al automatizado y, tercero, el rechazo a la firma de un pacto que compromete el reconocimiento del perdedor.
Quien está ganado no asume esas posturas. Gonzalo, en cambio, entra a la recta final con una actitud victoriosa. Entonces, puede ganar.