Nadie se había tomado la molestia de calcular el costo que representan para el Estado las recurrentes paralizaciones de docencia que promueve la ADP amparada en su derecho a la protesta, como fue el caso de la Concentración Nacional que celebró el gremio el pasado viernes, que según el ministro de Educación, Ángel Hernández, le costó a ese ministerio 750 millones de pesos que fueron a parar directo al zafacón.
El funcionario no explicó de dónde sacó esa cifra, definitivamente impresionante, información que acompañó de una exhortación a la sociedad dominicana a que haga frente a las paralizaciones de docencia del sindicato de maestros que tanto afectan el buen desenvolvimiento del calendario escolar y la calidad de los aprendizajes.
Lamentablemente, los maestros han demostrado que nada de eso les importa, como tampoco les importa el Pacto Nacional por la Reforma Educativa que violan cada vez que se les presenta la oportunidad, ni el acuerdo que firmaron en el 2021 comprometiéndose a respetar los horarios de docencia.
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Pero es poco lo que puede hacer la sociedad para enfrentar a un sindicato que desertó de su compromiso de elevar la calidad de la educación y al que solo interesan las reivindicaciones laborales de sus miembros, que además le sirven de coartada para poner en marcha su agenda política opositora.
Y si es verdad que la paralización del pasado viernes le costó al Estado 750 millones de pesos preparémonos para seguir tirando dinero al zafacón, pues para el próximo viernes el gremio tiene planificado realizar otra Concentración Nacional frente al Minerd para reclamar aumentos de sueldos, y lo mismo harán el 7 de junio frente al Palacio Nacional.
Ante ese panorama, y la sensación de impotencia que produce, la pregunta resulta inevitable. ¿Qué hacer mientras una ADP que privilegia su agenda política pone todo su empeño en que la educación pública dominicana sea motivo de vergüenza propia y ajena?