Corea del Norte— Al término de la cumbre del martes entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong Un, habrá muchas lecturas.
El propio encuentro en sí ya es un importante avance. Nunca antes un presidente estadounidense en activo se ha reunido con un líder de Corea del Norte, con quien técnicamente libra su guerra más larga ya que la Guerra de Corea (1950-1953) terminó en un armisticio que iba a ser temporal pero que se mantiene desde entonces.
Ambos líderes tienen grandes incentivos para declarar que la cumbre fue un éxito, con independencia de lo que ocurra. También tienen grandes incentivos para presentar propuestas deslumbrantes como progresos reales. Lo que está en juego podría ser muy importante o la cumbre podría terminar como poco más que una primera cita.
¿Hay alguna vía para identificar los progresos reales? A continuación, un vistazo a algunas de las condiciones que deberían darse casi con toda seguridad para calificar el encuentro de éxito real más allá de las bravatas partidistas.
METAS
Si Trump y Kim se plantean la reunión como algo serio, llegarán a la mesa de negociación con algo que el otro anhele.
Dado que comparten inclinación hacia los grandes actos llamativos, ha habido mucha especulación con que Kim podría acceder a entregar algunas de sus armas nucleares, material fisible o misiles reales, y que Trump estaría buscando algún tipo de declaración de paz.
Cualquiera de estas cosas podría suponer un avance drástico y con capacidad de alterar la situación actual.
Pero hay que tener cuidado con las excepciones. Es ahí donde la cumbre podría derivar en apenas una representación teatral. Aunque deben realizarse algunos movimientos significativos desde el principio, no es razonable demandar soluciones inmediatas y contraproducentes para buscar conclusiones que llamen la atención. El excito de una cumbre de esta magnitud no se mide en un día. Es un proceso.
A menos, claro, que fracase.
FLEXIBILIDAD
El gobierno de Trump dice haber obligado a Kim a sentarse a negociar con su política de “máxima presión” económica y un aumento de la presión política. Pero los avances en las conversaciones podrían requerir concesiones por ambas partes.
El objetivo último de Washington es una “desnuclearización completa, verificable e irreversible” de la península de Corea, un objetivo muy ambicioso. Incluso aunque Kim quiera seguir este camino, que no está del todo claro, podría demorarse años y requeriría muchas más cumbres y acuerdos para monitorear y certificar el proceso. Por ello, siendo realistas, Estados Unidos va a tener que mostrar cierta flexibilidad en sus plazos para lograr su meta final.
Por otra parte, Kim tendrá que entregar algo importante si quiere mantener el impulso del momento. Ya anunció algunas concesiones: liberó a tres presos estadounidenses, ordenó el cierre del sitio de ensayos nucleares y declaró una moratoria unilateral sobre las pruebas nucleares y el lanzamiento de misiles de largo alcance. Todas son muestras significativas de su disposición a hablar. Pero también son medidas a medias, en el mejor de los casos.
Un gesto claro de avances sería que ambas partes acordasen algo que no sea fácil de lograr o que no pueda revertirse fácilmente.
COMPROMISOS/PRÓXIMOS PASOS
Pese a las recientes declaraciones amistosas, el enfrentamiento entre Washington y Pyongyang viene de lejos y solucionarlo llevará tiempo.
Si se quiere avanzar, las conversaciones entre las dos naciones _ y no necesariamente entre sus líderes _ deben continuar.
Podría esperarse un posible comunicado conjunto que anuncie próximos pasos concretos. Las discusiones de trabajo para desarrollar los acuerdos que puedan alcanzar Trump y Kim son absolutamente cruciales porque es generalmente la implementación e interpretación de estos pactos lo que los ha hecho fracasar.
Una conversación que no vaya más allá, sin un acuerdo que aborde el programa nuclear y de misiles norcoreano podría servir a los intereses de Kim, pero sería un gran error para Washington.