“Alguna vez cuando hago algo malo mi mamá, me pega. No me deja marcas. Que, si no hago algo malo que no me peguen, si hago algo malo, que me peguen, pero como quiera no quiero aguantar golpes”.
“No que le den a uno con un palo, o con una piedra. Uno no es burro”.
Estas citas se extraen del estudio sobre prácticas de crianza realizado en diferentes provincias del país para Plan RD (Vargas/Plan RD 2022). Niños, niñas y adolescentes en grupos focales y diálogos informales describen las distintas prácticas de corrección de conductas que utilizan sus padres, madres y personas adultas responsables.
La población infantil y adolescente entiende que si “los golpes son suaves” y sin el uso de objetos no es violencia, lo mismo se presenta en relatos de la población adulta. “Dar golpes” a la población infantil se justifica desde esta perspectiva “uno no le da duro, eso no es pela” menos aun el uso de expresiones de violencia verbal y psicológica.
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El uso de la violencia física como herramienta principal de corrección de conductas en las familias es frecuente y genera mucha confusión en la niñez y adolescencia que se debate entre la aceptación y el rechazo hacia esta práctica. En esta confusión entra el desconocimiento de sus derechos como niños y niñas.
Vivimos en una sociedad que históricamente ha normalizado el uso de la violencia física, verbal y psicológica hacia niños, niñas y adolescentes en las prácticas de crianza.
La aceptación de estas prácticas de crianza favoreció al desconocimiento de la niñez y adolescencia como sujetos de derechos e impregno en la vida social la violencia como pauta de interacción social y resolución de conflictos.
Hoy vemos con preocupación que vivimos en una sociedad violenta que permea toda nuestra cotidianidad desde el tráfico, las relaciones afectivas con permanentes feminicidios, el maltrato y discriminación en la interacción social desde todos sus ámbitos y el uso de los ajusticiamientos policiales hacia “presuntos delincuentes” que nunca se llega a saber si lo son o no.
La ruptura con estos círculos de violencia que existen en nuestra sociedad debiera ser prioritaria y supone una inversión significativa en el sistema de protección de la niñez con campañas educativas dirigidas a generar cambios hacia el uso de herramientas de corrección de conductas desde el dialogo y la disciplina positiva.
Se requiere de sensibilización y orientación sobre las secuelas de la violencia en la niñez y una lectura crítica de la violencia instaurada en nuestra sociedad desde los distintos estamentos que incluyen las familias, comunidades, centros educativos y el Estado.