Por Joaquín Disla
Por iniciativa de los diputados Luis Arzeno Rodríguez (PAC-DN) y David Escotto Veloz (PRD-SPM), desde abril de 1984 tenemos la Ley 204-84, que declara: “Día de la Biblia, en todo el territorio nacional el 27 de septiembre, mes en que se tradujo la primera Biblia al idioma español”. No cabe la menor duda de que fue una gran iniciativa y al mismo tiempo un gran logro.
Bueno, ya tenemos un día para su celebración y hace muchos años que está disponible para toda aquella persona que quiere saber de ella. A la luz de esta realidad es que hago la pregunta: ¿Qué podemos hacer con ella? La historia nos dice que con la Biblia se pueden hacer muchas cosas, desde utilizarla como amuleto, hacer negocios lucrativos hasta convertirla en la fuente y sostén de la existencia de una persona o una comunidad.
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He encontrado en el mismo texto bíblico una porción que para mí contesta de una manera muy clara, precisa y contundente lo que se puede hacer con ella. Esa porción la encontramos en Esdras 7:10. Dice así: “Porque Esdras había dedicado su corazón a estudiar la ley del Señor, y a practicarla, y a enseñar sus estatutos y ordenanzas en Israel” (NBLA).
A partir de este texto podemos identificar cuatro cosas que hizo Esdras que nos pueden servir de guía de lo que podemos hacer con la Biblia.
- Hizo uso de su plena libertad para tomar una decisión personal que nadie más podría hacer por él. Es decir, otras personas nos pueden estimular, pero el proponérnoslo, comprometernos y llevarlo a cabo es algo intrínsecamente personal. Es algo intransferible. Además de hacer un pleno uso de nuestra capacidad para decidir, también entra en juego nuestra voluntad. Esta expresión de Esdras me lleva a plantear la siguiente expresión: “Ningún cambio duradero sucederá en una persona sin su firme propósito y compromiso”.
- Se propuso estudiarla, escudriñarla, investigarla, analizarla. Si bien es cierto que nos podemos acercar a la Biblia para leerla con el propósito de fortalecer nuestra vida devocional, inspiracional y espiritual, la propuesta de Esdras no se quedó en ese primer nivel. El hombre se dedicó a escudriñarla, investigarla y analizarla. Lo que pasa es que este nivel de lectura requiere que uno se ‘queme las pestañas’. Requiere disciplina, enfoque, dedicación y valor. Tengamos también pendiente que hoy en día las interpretaciones no-sanas de la Biblia están por doquier.
Recordemos que el mismo Maestro de Nazaret, en una ocasión dijo: “Escudriñen las Escrituras, porque les parece que en ellas tienen vida eterna y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39). El otro caso digno de mencionar, a propósito de dedicarse a conocer a fondo la Biblia, es el de los Bereanos: “Los de Berea tenían una mentalidad más abierta que los de Tesalónica y escucharon con entusiasmo el mensaje de Pablo. Día tras día examinaban las Escrituras para ver si Pablo y Silas enseñaban la verdad (Hechos 17: 11. NTV). Los Bereanos escuchaban con la actitud de la apertura y la flexibilidad. No rechazaron el mensaje antes de escuchar y lo hacían con espíritu crítico. Escrito Pastoral #92
En esto de investigar y analizar la Biblia conviene conocer lo que escribió el doctor Justo González en el prólogo II de la Biblia Patrística: “Un texto no se agota con la interpretación que nos dieron o que hemos leído… la comprensión de un texto se enriquece con otras interpretaciones”.
- La tercera cosa que hizo Esdras fue que se comprometió a poner en práctica lo que iba aprendiendo en la medida que profundizaba en la Palabra. En otras palabras, se comprometió a obedecerla, a hacerla realidad en su vida para su diario vivir. Si no
hubiese hecho esto se hubiese quedado en un simple ejercicio intelectual, en puro conocimiento, que es necesario, pero no suficiente.
Hebreos 4:12 dice: “La palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. De hecho, hay personas que son confesos abiertos sobre su actitud y posición anticristiana, y, sin embargo, conocen y estudian la Biblia más que cualquier creyente. - Y lo cuarto que hizo fue el comprometerse a enseñarla. En él estaba también la firme disposición a compartir lo que había aprendido y lo que estaba experimentando en su vida al poner en práctica la Palabra aprendida. Ahora bien, la persona que enseña tiene que tener una actitud de humildad. Sabe algo, pero no lo sabe todo. Quien enseña, como instrumento de Dios, es un facilitador que ha logrado enriquecer un conocimiento y que está para estimular en los alumnos el deseo de profundizar más. Presento a continuación la Oración keniana por entender que es muy útil, valiosa y certera:
“De la cobardía que no se atreve a enfrentar nuevas verdades, De la pereza que se conforma con medias verdades, De la arrogancia que cree que conoce toda la verdad, Buen Señor, líbranos”