Hace tiempo que Luis de León y su Fuerza Boschista están arando en el mar con su reclamo de que el PLD regrese a los principios con los que su fundador, el profesor Juan Bosch, quiso construir un partido diferente, con políticos diferentes, pero es evidente que sus compañeros hicieron caso omiso a su predicamento, que debió sonar a molesto incordio en las oídos de los peledeístas en el poder, que tal vez ahora en la oposición, donde todo se ve distinto, le pongan mas atención.
Porque, definitivamente, el presidente de la Fuerza Boschista tiene cosas que decir sobre el IX Congreso Norge Botello, que ya eligió a los 300 nuevos miembros del Comité Central, como lo es su propuesta a la Comisión Organizadora de que posponga, para cuando lo permita la pandemia, las elecciones a la presidencia y la secretaría general, por entender que no es prudente celebrar unos comicios sin consenso, legitimidad, ni democracia. De León esgrime lo que parece un argumento de peso, basado en el pensamiento del profesor Bosch, para formular su petición.
“Nuestro líder histórico, el profesor Juan Bosch, sostenía que cargos relevantes como los de Presidente y Secretario General, siempre deben ser electos por voto universal y secreto de todo el partido y nunca por el voto electo del Comité Central”.
Y sostiene, con una lógica democrática impecable, que menos de mil miembros del Comité Central “no representan a los dos millones setecientos mil compañeros y compañeras que componen el padrón electoral del partido”.
Eso es verdad y dudo que algún peledeísta decente (todavía quedan muchos) se atreva a refutarlo, pero no “la verdad” de quienes hoy controlan ese partido, con el expresidente Danilo Medina a la cabeza, a quien lo que menos preocupa en estos momentos es la democracia interna del PLD, al que necesita agarrarse con la misma fuerza y determinación con la que el náufrago se aferra al salvavidas del que sabe dependerá su vida cuando llegue la tormenta que se avecina.