¿Quién va a garantizar que se cumplirán la nuevas medidas dispuestas por el Gobierno para tratar de contener el rebrote de Covid-19? No es una pregunta ociosa ni con gadejo.
Hasta este momento, y ahí están los hechos, su incapacidad para hacer respetar el protocolo de prevención y detener el teteo han sido su gran debilidad, como también ha sido esa falta de firmeza la razón de que la pandemia evolucione peligrosamente hacia un escenario que éste ni ningún país desea enfrentar.
¿Serán suficientes las nuevas medidas para detener el aumento de la tasa de positividad, que de un día para otro pasó de 20.80% a 22,78%? Hay especialistas que consideran que debieron prolongarse durante mas tiempo, otros opinan que el país debió cerrarse totalmente durante una semana, y quien ha visto en las redes sociales los multitudinarios teteos en distintos puntos del país tiene derecho a pensar que no guardan proporción con el libertinaje que ha exhibido un segmento importante de la población, al que las autoridades no han podido convencer de que respeten el protocolo de prevención pero tampoco de que se vacunen.
Fueron muchas las voces que advirtieron con tiempo a las autoridades sobre la necesidad de apretar los controles ante un rebrote que se veía venir desde Semana Santa, pero parece que el Gobierno prefiere aprender de sus propios errores y tropezones, y de ahí las tantas rectificaciones, avances y retrocesos en su manejo de la pandemia.
La semana en que estarán vigentes las nuevas restricciones será decisiva para determinar el curso de la pandemia y la respuesta que le darán las autoridades, pero si en ese corto lapso no se consigue reducir a su mínima expresión el teteo y se convence a los jóvenes de que se vacunen no habrá valido la pena el costoso sacrificio que implican las nuevas medidas, en cuyo cumplimiento el Gobierno pone a prueba su autoridad y, mas que nada, su capacidad de sacarnos con bien de este infierno.