No quisiera convertirme en un cazador de pifias de este Gobierno, que por la frecuencia conque se producen podría resultar una tarea ingrata además de poco remunerativa, pero como lo mucho hasta Dios lo ve no sería buen periodismo ignorar una situación que por razones obvias nos afecta a todos.
Lo digo porque hace unos días la Viceministra de Salud Daisy Acosta apeó de la guagua de las vacunaciones a los maestros, a los que dijo se vacunará por su rango de edad, no por su profesión, a pesar de que días antes el ministro de Educación Roberto Fulcar había declarado que acordó con el presidente Luis Abinader y la coordinadora del Gabinete de Salud, la Vicepresidenta Raquel Peña, que fueran incluidos en la primera fase.
La contradicción, como era de esperarse, generó confusión en la opinión pública, pues se entiende que ambos funcionarios dominan sus áreas de competencia.
El desacuerdo terminó ayer con el sorpresivo inicio de la vacunación de más de 80 maestros de primaria y secundaria, actividad que encabezó el propio Ministro de Educación, quien agradeció al presidente Abinader y a la Vicepresidenta Raquel Peña por priorizar al cuerpo docente en el proceso de vacunación. ¿Qué pasó ahí?
Lo que se dice en la calle y las redes sociales, por lo que no debe sentirse obligado a creerlo, es que el enfrentamiento se resolvió en favor del mas fuerte, que no es otro que el jefe de campaña del mandatario, quien finalmente se impuso.
La oposición aprovechó la disonancia para sacudirse, y criticar la “improvisación y falta de experiencia” del Gobierno. Pero más allá de esas críticas, que muchos ciudadanos compartimos, nos gustaría saber si además de la pandemia y las desgracias e incertidumbres que nos ha traído, tendremos también que esperar a que sus funcionarios se pongan de acuerdo para saber de qué manera saldremos de esta pesadilla, y cruzar luego los dedos para que al día siguiente no cambien de opinión.