Las alarmas se dispararon cuando escuchamos al presidente de la Cámara de Diputados Alfredo Pacheco declarar que los legisladores no están en la obligación de conformar las ternas del Defensor del Pueblo en base a las notas que sacaron durante la evaluación a la que fueron sometidos los distintos aspirantes, pues eso simplemente equivalía a decir que todo el que pasó por ese proceso creyendo que sus méritos y capacidades serían los que, finalmente, determinarían quién sería el escogido fue puesto de mojiganga, por lo que hoy pueden considerarse oficialmente burlados.

Los peores temores se confirmaron cuando días después se supo, porque nada permanece en secreto en este país de mancuernas y colindancias, que había un acuerdo entre el PRM y el Frente Amplio, su aliado electoral, para designar en ese puesto a Fidel Santana, lo que convirtió en puro teatro, como decía La Lupe, el proceso de selección, y a los que ingenuamente participaron sin saberlo en ese montaje en meros figurantes que sirvieron de coartada al verdadero libreto escrito tras bambalinas y por anticipado.

Libreto que ahora nadie sabe, por cierto, cuál será su desenlace ni quién resultará escogido, pues según lo que publicó ayer el vespertino El Nacional se ha producido un tranque debido al forcejeo entre el oficialista PRM, que promueve a Fidel Santana, y la Fuerza del Pueblo, cuyo candidado es Henry Merán, pero ni unos ni otros tienen los votos suficientes para imponerlos a pesar de que el partido de gobierno es mayoría en el Senado.

Sea que finalmente se escoja al exdiputado Merán, encargado de asuntos legislativos de la FP, o a Fidel Santana, quien dejó atrás una larga militancia en la izquierda tras una renuncia que ahora muchos ponen bajo duda o sospecha, ninguno de los dos quedó entre los mejor calificados en las evaluaciones, con lo que se ha vuelto a demostrar que con los políticos no se puede contar para institucionalizar este país.