No encontré mejor título para esta entrega que el que acaban de leer, y en unas cuantas líneas se darán cuenta de que no había otro mejor, aunque en este caso no aplica la moraleja que acompaña, como la sombra al cuerpo, al conocido refrán.

La historia me llegó a través de las redes sociales, como tantas cosas, buenas y malas, de las que nos enteramos cada segundo que pasa gracias al internet y el mundo hiper-conectado en el que vivimos. Y cuenta el mal momento que vivió un atracador de profesión que opera en un sector de Villa Mella, en Santo Domingo Norte, quien presentó una denuncia formal contra otro atracador, es decir su colega, por haberlo asaltado de forma “inesperada”.

El atracador atracado (valga la redundancia) denunció que el hecho se produjo hace unas cuantas noches, mientras ambos realizaban su “trabajo”, de acuerdo a las preferencias y habilidades de cada quien, en la misma zona.

Pero dejemos que sea él mismo quien lo cuente, tal y como lo subió a las redes, luego de poner su denuncia. “Ese maldito abusador. Me atraca sabiendo que somos compañeros y que yo no me había buscado casi nada esa noche. Por eso es que los atracadores tenemos mala fama”.

Y detalló que fue despojado de 5 celulares, dos bolsos de señora y 7,823 pesos en efectivo. De ahí en adelante no sé qué pasó con el denunciante y su denuncia, aunque es probable que al confeso atracador lo hayan dejado preso, aunque con nuestra Policía nunca se sabe.

De todas maneras ni usted ni yo estamos obligados a creer en esa historia que me llegó a través de las redes sociales, donde la verdad es mentira, y viceversa, cuando se vuelve viral. Pero que un atracador atraque a otro debe asustarnos aunque no sorprendernos, pues en la selva en que vivimos puede pasarnos cualquier cosa en cualquier lugar, con pandemia o sin pandemia, si por “mano del diablo” nos encontramos en el lugar equivocado en el momento equivocado.