¿Qué le prometieron al diputado Pedro Botello para que no cumpliera su amenaza de echarle una pastilla de jabón al sancocho de la ceremonia de rendición de cuentas del presidente Luis Abinader, el pasado sábado, en el Congreso Nacional?
Me hice la pregunta tan pronto me enteré de que el representante de La Romana desistió de celebrar su protesta luego de su visita, 24 horas antes, al Palacio Nacional, donde se reunió con el ministro de Trabajo, Luis Miguel de Camps, y el ministro Administrativo de la Presidencia, José Ignacio Paliza.
Según lo que declaró al concluir el encuentro, Botello considera una victoria de la lucha por el 30% que “por primera vez el Gobierno haya escuchado a los trabajadores”, por lo que dijo estar convencido de que la aprobación de su proyecto en el Congreso Nacional “está más cerca que nunca”. Explicó que, debido a que su proyecto perimió el pasado 27 de febrero, se acordó reintroducirlo en el Congreso Nacional para afinarle algunos aspectos.
¿Implica eso que se le prometió que el proyecto, aprobado por los diputados, recibiría ahora un trato distinto en el Senado, donde el PRM es mayoría? Insisto en preguntar, porque dudo mucho que esa fiera se dejara amansar con cualquier caramelo con el que quisieran entretenerlo para ganar tiempo; y como el Gobierno negoció con Botello bajo presión, es posible temer que cediera más de lo aconsejable. Que es lo que siempre ocurre cuando se es víctima de un chantaje, razón por la cual el chantajeado se arrepiente pronto de su debilidad.
Es probable, sin embargo, que cuando llegue ese arrepentimiento sea muy tarde ya para revertir los efectos de haber sentado un precedente del cual podría servirse cualquiera que como el diputado del PRSC quiera aprovecharse de la flojera del Gobierno. Que ojalá no haya llegado tan lejos, insisto, como para aprobarle la entrega de un solo centavo de los fondos de pensiones después de todo lo que ha hecho. Sería el colmo.