Cuentan que el senador por la provincia de San Juan Félix Bautista ha recibido una andanada de críticas de sus compañeros de la Fuerza del Pueblo, a donde se mudó luego de ser electo en la boleta del PLD, que lo acusan de haber sido la nota discordante en el proceso de selección de los nuevos miembros de la Cámara de Cuentas, calificativo con el que se ha querido zaherirlo pero que en las presentes circunstancias mas que una ofensa o insulto es un elogio.
¿Cuál ha sido su pecado? Declarar que se escogió a los candidatos con mejor preparación y calificación, por lo que fue producto del consenso y no de una “componenda política” como denunció su compañero de partido, el también senador Dionis Sánchez.
Pero según lo que se dice en los corrillos del Senado, el legislador lo que está es dolido porque a su partido no se le dio la maniobra de negociar su apoyo a los nuevos miembros de la Cámara de Cuentas a cambio de que dejen colar al exdiputado peledeísta Henry Merán como Defensor del Pueblo.
Por supuesto, tratándose de Félix Bautista y el hecho de que asumió una posición distinta a la de su partido no podía pasar desapercibido de la opinión pública, donde abundan las hipótesis sobre las razones y motivos que tuvo para darle su aquiescencia a ese proceso, con lo que, para colmo de males, le dio también su bendición a un supuesto acuerdo entre el PRM y el PLD, que es lo que mas le ha dolido a la Fuerza del Pueblo y su máximo líder y guía, el expresidente Leonel Fernández Reyna.
Es evidente que todo eso se dice y se especula porque Bautista, símbolo viviente de la corrupción que caracterizó a los gobiernos (a todos) peledeístas, tiene muy mala fama y de gente así se espera siempre lo peor.
Pero hasta un hombre público con su turbio historial tiene derecho a que se le considere capaz, así sea por equivocación o porque Dios metió su mano, de un acto de decencia política, aunque sea el único y el último de su vida.