Mientras la variante Ómicron causa estragos rompiendo récords de nuevos contagios con cada boletín del Ministerio de Salud Pública, nos llega la noticia del hallazgo en Francia de una nueva variante de la covid, bautizada IHU, derivada de otra cuyos primeros casos se habrían detectado en la República del Congo el pasado mes de septiembre.
Un cable internacional fechado enParís dice que sobre esta nueva variante se conoce todavía poco debido al limitado número de casos registrados, pero sí se sabe que contiene 46 mutaciones, mas que la altamente contagiosa Ómicron.
Que, para nuestra desgracia, llegó en medio de la quinta ola para disparar los contagios, abarrotar los centros de ciudadanos desesperados buscando hacerse una prueba PCR, y ensombreciendo de nuevo el horizonte económico del mundo; aunque aquí, en la República Dominicana, seguimos cogiéndolo suave, como si estuviéramos confiados en que la virgen de La Altagracia y la baja letalidad de la nueva variante nos sacarán del apuro.
Una apuesta muy arriesgada contra la que ya se han levantado voces como la del presidente del CMD, el doctor Senén Caba, quien reclama a las autoridades sanitarias actuar con mayor rapidez y firmeza para contener la imparable ola de contagios y evitar así un colapso del sistema sanitario.
Y aunque desde el gobierno se ha descartado que vuelvan las restricciones a la movilidad y la actividad económica, la dureza y rapidez con que nos está golpeando Ómicron nos hace temer lo peor, pues por lo que hemos aprendido el coronavirus y sus impredecibles variantes todavía pueden reservarnos algunas desagradables sorpresas.
Desde el principio se nos advirtió que el coronavirus llegó para quedarse, que debemos acostumbrarnos a su presencia como nos hemos acostumbrado a convivir con otros virus y enfermedades, pero nadie nos dijo que sería como una pesadilla interminable de la que no podemos escapar ni despertando.