Los piropos de la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus) y el PLD a los nuevos jueces del Tribunal Superior Electoral (TSE), que presidirá el magistrado Ignacio Camacho Hidalgo, le ponen el sello de garantía y aprobación a la composición de esa alta corte, con lo que el presidente Luis Abinader y su gobierno cumplieron una de sus mas cacareadas promesas: llevar a ese tribunal a personas competentes y sin vínculos orgánicos o directos con los partidos políticos.
Tanto José Dantés, director de Asuntos Jurídicos del PLD, como Servio Tulio Castaños, Vicepresidente Ejecutivo de Finjus, coincidieron el señalar que los escogidos son personas serias, con amplia experiencia en la judicatura, y una moral incuestionable.
La decisión del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), que encabeza el Presidente de la República, demostró contra todos los pronósticos que sí se puede mantener la política partidaria al margen, para concentrarse únicamente en la experiencia, las capacidades profesionales y las cualidades morales de los postulantes.
Algo que creía imposible hasta el propio Servio Tulio, quien hace unos días declaró que era inevitable que primara la política en la escogencia de los nuevos miembros del TSE debido a que los integrantes del CNM son todos (debió decir en su mayoría, pues no puede meter en ese saco a doña Miriam Germán) miembros de las organizaciones políticas.
Supongo que el Vicepresidente Ejecutivo de Finjus se alegró de haberse equivocado, como evidencian sus elogios a los escogidos, como se alegra todo aquel que aspira a un país más institucionalizado, con una justicia independiente y una verdadera separación de poderes.
Pero donde hay ganadores, como ya se sabe, hay también perdedores, que no son otros que los políticos, que no siempre deben salirse con la suya, ni nos conviene, como está harto demostrado, que así sea.