Sin querer queriendo este Gobierno, q ue ha desvinculado a decenas de miles de empleados de la administración pública por no pertenecer al PRM, ha convertido a Wendy Josefina Hernández, quien protestó desnuda frente al Palacio Nacional en reclamo de sus prestaciones laborales, en un símbolo viviente del atropello del que han sido víctimas, que muchos de sus funcionarios, con más cinismo que buenas razones, han querido justificar como algo normal cada vez que hay un cambio de gobierno.
Periódicos y noticieros de televisión enviaron reporteros a su casa para hablar con ella y conocer las vicisitudes por las que está pasando desde que fue cancelada en octubre, tiempo que lleva dando viajes inútiles al Ministerio de Administración Pública (MAP), donde a diario se aglomeran cientos de cancelados que tienen que regresar a sus casas con las manos vacías y sus derechos pisoteados.
Luego de su apresamiento, de tener que exhibir su desesperación de manera tan vergonzosa, el ministro de Obras Públicas prometió pagarle sus prestaciones, pero no sin que antes el ingeniero Deligne Ascención declarara muy compungido que el triste espectáculo que ofreció no era necesario.
¿Cómo no va a ser necesario si su protesta, el alboroto que creó, consiguió su objetivo y ya podrá cumplir con sus compromisos, empezando por pagar la casa de la que amenazaron con desalojarla?
Por supuesto, en un país donde el mal ejemplo cunde como la verdolaga hay que esperar que el desnudo de Wendy Josefina, y mas que nada sus resultados, inspire a muchos que están en iguales o peores condiciones que ella luego de ser cancelados.
Sobre todo después de que un senador peledeísta exhortó a sus compañeros de partido, en pleno hemiciclo, a que se encueren en masa frente al Palacio Nacional. No sé si le harán caso y se atreverán a imitarla, pero seguro estoy de que deseos no le faltan ni razones tampoco.