Habría que determinar si constituye algún tipo de récord que en apenas siete meses tres funcionarios de un mismo gobierno son acusados de agresión sexual, pero en lo que se averigua es obligatorio preguntarse qué está pasando y si en el Palacio Nacional alguien está tomando nota de esas ocurrencias.
El más reciente de esos escándalos involucra al Director del Instituto Superior Comunitario, el profesor José Altagracia Sánchez, quien acaba de renunciar al cargo luego de varias acusaciones de acoso sexual en su contra que ya están en manos del Ministerio Público.
En un comunicado emitido ayer por su oficina política el renunciante explicó que debido al “interés de sectores” determinados a obtener el cargo que ocupaba, sumado a “orquestaciones de competidores políticos” que buscaban sacarlo de circulación, decidió apartarse de la posición pública que desempeñó durante siete meses.
Al igual que el suspendido Director del IAD Leonardo Faña, quien se encuentra preso, cumpliendo medida de coerción, luego de que una empleada de la institución lo acusó de agredirla sexualmente, el dirigente del PRM se declaró víctima de una conspiración política, argumento que por su ostensible debilidad agrava su situación ante la justicia.
Por eso tenemos que seguirnos preguntando que pasó con esos funcionarios del PRM, si fue que los 16 años en la oposición fueron también de abstinencia; o simplemente se les disparó la líbido, fuera de todo control, a su llegada al poder, que según dicen es otro de sus efectos secundarios. Pero sean cuales sean las causas detrás de su comportamiento parece llegado el momento de preguntarse, como dije al principio, qué está pasando.
Y el mas interesado en averiguarlo es el propio Gobierno, el mas afectado por esos recurrentes escándalos, aunque solo sea para saber si tendrá que nombrar terapeutas sexuales en cada dependencia del Estado para evitar que la líbido fuera de control de los funcionarios lo sigan poniendo en aprietos.