De entrada aclaro que con el título de esta entrega no quiero provocar alarma ni “azarar” un acto de tanta trascendencia y significación como el que se celebra hoy en el Congreso Nacional, pero como hasta el momento de escribir esta columna el diputado Pedro Botello insistía en que hará su protesta en demanda del 30% de los fondos de las AFP estarían dadas las condiciones para que las cosas terminen de la peor manera posible.

Pero dejemos que sea el propio legislador quien lo diga. “Hasta ahora la manifestación está en pie, está convocada. Hay un dinamismo extraordinario y no queremos llegar al final, porque llegar al final será un mal humano que uno no sabe realmente como desencadenará todo esto, porque el Gobierno también está convocando a su gente para ese día”.

Si es verdad, como afirma el legislador, que gente que actúa en nombre del Gobierno o bajo su amparo y protección llevaría su propia turba para enfrentarla a la de Botello no quiero ni imaginarme en lo que eso podría degenerar, pues se sabe que desde que el mundo es mundo la violencia solo ha traído más violencia.

Y como Botello, quien dice que no le importa que lo destituyan ni lo que su partido haga con el cargo, no es de los que oye consejos ni se muestra dispuesto a entender que no es el momento, ni el lugar ni la circunstancia para la protesta que se propone realizar junto a su aguerrida tropa, debemos estar preparados para cualquier cosa.

Empezando, por supuesto, por los organismos de seguridad del Estado y las fuerzas Antimotines de la Policía Nacional, que se espera puedan manejar la situación sin que la sangre llegue al río (o al mar, que está ahí cerquita), pues nadie quiere que este día lo recordemos siempre por el lío que armó Botello y no por la histórica comparecencia del presidente Luis Abinader en su primera rendición de cuentas ante la reunión conjunta de las cámaras legislativas.