”Aquí no hay ningún tipo de distanciamiento. Todo el esfuerzo que hice durante todo un año, teniendo a mi papá encerrado en la casa, ahora aquí se puede perder. He venido hoy a arriesgar a mi papá”.

La indignada queja de Soraya Cabrera, quien el pasado lunes acudió a un centro de vacunación acompañada de sus padres y una tía de noventa años, no solo está justificada por las aglomeraciones y el desorden que han caracterizado el inicio de la vacunación a los adultos mayores, sino que de seguro es compartida por muchos ciudadanos que han llevado a inocular a sus viejos y se han encontrado que estos tienen que hacer largas filas de hasta tres y cuatro horas, por lo que muchos han optado por regresar a sus casas y esperar a que el proceso de organice mejor.

El desorden y las aglomeraciones, particularmente peligrosas para una población tan vulnerable al coronavirus, hicieron reaccionar a la Coordinadora del Gabinete de Salud, la Vicepresidenta Raquel Peña, quien ayer anunció que el proceso de inmunización será por citas que podrán hacerse a través de una página web que estará disponible desde hoy, lo que indica que el Gobierno continúa aprendiendo sobre la marcha cómo enfrentar la pandemia y sus consecuencias, y eso tiene un precio.

La Vicepresidenta pidió comprensión y paciencia a la población ante los inconvenientes que se van presentando ya que el gobierno quiere “abarcar lo mas posible”, pero insistió en que el proceso tiene que ser en orden. Esperemos, por el bien de nuestros adultos mayores, que las cosas mejoren y que su proceso de vacunación tenga en cuenta su particular vulnerabilidad ante el coronavirus, pero también las limitaciones físicas y de movilidad propias de la edad, lo que no hemos visto hasta ahora.

Si durante toda la pandemia les hemos ofrecido todo nuestro cuidado y protección, ¿por qué exponerlos a que se contagien ahora que la vacuna nos devuelve la esperanza de que acabe pronto esta pesadilla?