La recién conformación del fideicomiso DO Sostenible para el manejo integral del 40% de los residuos sólidos producidos en el país, propone una iniciativa revestida de las mejores intenciones que abarca, además, la regularización y cierre técnico de vertederos a cielo abierto, sin embargo, en nuestra opinión no resuelve de fondo el problema de los residuos.
La República Dominicana, al igual que la mayoría de los países del mundo, enfrenta un grave problema de contaminación relacionada a la generación de residuos sólidos. No es secreto que el país ha venido experimentando un crecimiento económico sostenido desde hace más de una década, lo cual ha venido con sus colaterales como el incremento en la emisión de gases de efecto invernadero, aumento de la contaminación sonora y visual, así como la contaminación de las aguas, el suelo, subsuelo y el aire.
Ese crecimiento económico ha sufrido de una falta de gestión y una dilación en la promulgación de piezas legislativas que planifiquen y protejan a futuro el país. Ejemplo de esto ha sido la reciente ley núm. 225-20, de gestión integral y coprocesamiento de residuos sólidos, del 2 de octubre de 2020, que vino en un momento con cierta voluntad política de enfrentar la problemática del manejo de los RS luego de décadas llenas de incertidumbre e incoherencia normativa por la confusa aplicación de tratados y compromisos internacionales, así como las leyes de medioambiente locales y la propia Constitución.
Puede leer: Contraloría publicará 19 nuevas auditorías de la actual gestión gubernamental
Esta ley 225-20 fue un grito desesperado en medio de la pandemia luego de años viendo como el país, entre otras cosas, se encontraba sumergido en el foam, con pobres índices de calidad y acceso al agua potable, y el aumento de las enfermedades relacionadas. Lamentablemente, a veces la lectura de esta ley parecería que pretende más a imponer un esquema de aprovechamiento impositivo de los residuos que a resolver verdaderamente el problema, estableciendo un impuesto que hasta el momento no está siendo implementado como establece esa ley de cara a la crisis ambiental que representan los RS.
El problema de fondo corresponde a la generación de residuos y la falta de gestión. Los países tendentes al consumismo, como lo es República Dominicana, generan exponencialmente más residuos que sus pares por la influencia de USA, por ejemplo. Basta con mirar el comportamiento social comparado de la economía estadounidense y cualquier país de Europa. Las sociedades de consumo generan más residuos; son elementos directamente proporcionales.
La diferencia al final del día se encuentra en cómo se manejan los residuos y como se educa a los ciudadanos. Pero ¿Qué hacer frente a este grave problema ambiental? En nuestra opinión la respuesta es incinerar y aprovechar nuestros residuos.
Esta propuesta no es algo nuevo en nuestro país. Ya proyectos como Streamline Integrated Energy (SIE) y otro promovido en Samaná por el expelotero y Salón de la Fama de grandes ligas Mariano Rivera, proponen evitar que lleguen a los vertederos hasta el 80% de los residuos sólidos urbanos (RSU) revalorizando su potencial energético. En el caso de Streamline, aprovecharía los RSU producidos en la zona de San Pedro de Macorís y parte del este del país, donde se producen alrededor de 636 toneladas por día de residuos. Esta planta que se encuentra en fase de construcción ayudará a reducir el impacto de los residuos sólidos al tiempo que aportará al Sistema Eléctrico Nacional Interconectado (SENI) 55 megavatios de energía.
Sobre este aspecto, las autoridades del sector eléctrico ya han resaltado el hecho de que el país puede cumplir con sus compromisos de cubrir un 30% de la demanda con energía renovable al 2030 al aprovechar los recursos naturales y la alta disponibilidad de los residuos sólidos urbanos. Esto gracias a la promoción de proyectos de este tipo.
Siempre deberemos observar que en el desarrollo de estos proyectos de aprovechamiento energético de RSU se garantice la protección ambiental, minimizando cualquier efecto adverso con la implementación de tecnología de gases y control de partículas. Es importante entender que todo proceso humano envuelve una afectación ambiental, pero debemos garantizar que ese impacto sea el menor posible.
Tomar la basura y quemarla, al tiempo que producimos energía eléctrica suena como un negocio redondo con mucho potencial, incluso para cuidar el medioambiente. Promovamos más iniciativas como estas para que un día podamos ver nuestros ríos y playas limpios, y los vertederos sean cosa del pasado. Prefiramos a futuro quedarnos sin basura.