Habría que preguntarle si alguna vez jugó pelota al juez de la Suprema Corte de Justicia que envió a juicio de fondo al Defensor del Pueblo, Pablo Ulloa, acusado de violar la ley 210-19 sobre símbolos patrios al participar en una entrevista de televisión en la que exhibió una camisa con una bandera dominicana bordada pero sin el escudo, pues con esa decisión la sacó, judicialmente hablando, por los 411, un “palo” que será recordado durante mucho tiempo y del que se hablará por un buen rato.
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La decisión del juez Justiniano Montero, del juzgado especial de la Jurisdicción Privilegiada de la Suprema Corte de Justicia, fue calificada ayer por el presidente del Instituto Duartiano, el doctor Wilson Gómez Ramírez, como “un lamentable desacierto”, ya que el uso de la bandera sin escudo no viola la Constitución de la República ni la ley sobre símbolos patrios. Según el doctor Gómez Ramírez, exmiembro de la Suprema Corte de Justicia, la insignia utilizada por Ulloa es una representación de la bandera mercante que, según la Constitución, es la misma bandera nacional pero sin el escudo.
Es momento de que nos preguntemos en qué estaba pensando ese juez cuando decidió enviar a juicio de fondo al Defensor del Pueblo, al que la parte demandante solicita 200 millones de pesos de indemnización civil, y quien tendrá que buscarse un buen abogado para que lo defienda. Tan traída por los cabellos parece esa decisión que ha dado pie a pensar en otras razones, más allá de las puramente jurídicas, para poner un huevo de ese tamaño, incluidas las patrióticas, que por lo que ha dicho el presidente del Instituto Duartiano podrían descartarse, ya que un buen patriota sabría que ahí no hubo delito. Hace algún tiempo el doctor Jorge Subero Isa, expresidente de la Suprema Corte, criticó con mucha dureza a la justicia dominicana, críticas que resumió con tres adjetivos: lenta, mala y cara. Ahora sabemos que también puede ser surrealista, absurda y desacertada.