La gente insiste con la tendencia a reducir la realidad a una postura radical, ¿quién ganó el debate?, ¿Cuál fue el mejor y el peor? Como si lo que presenciamos fuera un juego de pelota entre Licey y las Águilas, una lucha de la WWF; o, una pelea de boxeo, y no, un acontecimiento disruptivo en la política criolla.
Sabemos que el antagonismo es el elemento esencial de la lucha por el poder, como dijo Carl von Clausewitz «la política es la continuación de la guerra por otros medios”. Sin embargo, a los hechos hay que darles contexto para comprenderlos.
Uno de los ganadores en el día de ayer fue el electorado dominicano, que pudo ver a sus líderes por casi dos horas confrontar ideas dentro de un marco de respeto y culminar con un gesto simbólico, en señal de unidad.
También ganó la imagen de la República Dominicana, enviando un mensaje de estabilidad política al mundo y a los mercados financieros internacionales.
Parecería una perogrullada, pero no lo es. Esos actos simbólicos evitan la senda de radicalización que están padeciendo las democracias vecinas.
Según el Índice de Riesgo Político en América Latina 2024, elaborado por el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica de Chile, las desigualdades estructurales de la región y el débil crecimiento económico produce “sociedades fatigadas”, “calles calientes”, y “urnas irritadas”; que ponen en peligro la estabilidad política. Basta echar un vistazo.
Los que estuvimos en el debate y quienes lo siguieron a través de los medios de comunicación, vimos una puesta en escena de una democracia del primer mundo.
Gracias al equipo de la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios que logró por primera vez en la historia electoral convocar a los tres principales líderes políticos del país.
Cabe destacar la decisión del presidente Abinader, que a pesar de estar encaramado en las encuestas, decidió asistir.
Frente a un gladiador como el expresidente Fernández, cuya principal fortaleza es la oratoria, y un presidente Abinader, pulido, constantemente sometido al fuego de la prensa.
Abel, en cambio, por ser quien ha tenido menos exposición mediática en este proceso electoral, era quien generaba menos expectativas.
Sin embargo, el candidato Martínez supo marcar distancia desde el principio, evitando sus debilidades -los datos- y presentando sus fortalezas -el relato cotidiano- posicionándose como un candidato con capacidad para dirigir los destinos del país. Le habló constantemente a su base electoral.
El expresidente Fernández fue más agresivo, entendiendo que polemizar con el presidente lo posicionaría en la ruta del poder, no desaprovechó ni la introducción.
Sin embargo, no logró descolocar a un presidente Abinader que no se salió de su ruta: presentar los resultados de su obra de Gobierno, lo que no fue una sorpresa para quienes le siguen constantemente en «LA Semanal».
Además de acertar con varias bromas, lo que -por lo menos internamente- disminuyó un poco la tensión que se percibía en el auditorio de la Universidad Pedro Henríquez Urena (UNPHU), desde el principio.
A su vez, felicitar a los moderadores, el periodista Roberto Cavada y la periodista Katherine Hernández, que con profesionalidad y talento, lograron conducir con éxito uno de los momentos más estelares de la democracia dominicana.
En fin queridos lectores, ayer ganamos todos.