En la sociedad moderna, cada vez más se pierden los tabúes y los patrones preestablecidos sobre el sexo, matrimonio y noviazgo que obligaba a las personas a establecer compromisos más duraderos, en base a los roles sociales que cada persona tiene que cumplir.
Con el agregado de una soltería más prolongada en el tiempo, los jóvenes de hoy responden a las pautas burguesas de estabilidad, al refuerzo narcisista que da la autonomía y por qué no, a una alta cuota de disfrute. En estos casos estar a solas significa no sólo la posibilidad de reflexionar sobre cuestiones afectivas pasadas o presentes, sino sobre «lo que queremos, qué deseos profundos nos movilizan y con qué recursos contamos para hacerlos realidad», según explicó a Infobae, Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.
Tan solo algunas décadas atrás, los jóvenes salían de sus casas «maternas» para casarse, siguiendo los clásicos y rígidos esquemas socio-culturales. Solo unos pocos se animaban a permanecer solteros y a defender su autonomía.
«Sin embargo, en estos tiempos que corren de tanta urgencia, presiones, exigencias y decepciones amorosas, la soledad se presenta como un momento deseado, el espacio para estar con uno mismo, para los pensamientos, emociones, disfrutes y elaboración de proyectos personales», aseguró el experto en una entrevista.
La soltería debe ser celebrada y elogiada, ya que es durante la soledad que muchas veces nos encontramos a nosotros mismos, nuestros objetivos y nuestras pasiones. Eso es lo que aumenta nuestro atractivo para los demás y llena nuestro «tanque de amor propio». Pero, ¿cómo te convences de eso cuando tu preocupación por estar soltero está en su apogeo?
Para Agustina Fernández, psicoanalista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y especialista en adolescentes, no estar en pareja no significa estar solo, y esto vale tanto para los solteros como para los divorciados. «Si bien la sociedad occidental ha cambiado notablemente en la última mitad de siglo, aún existe un ideal cultural que dicta que el ser humano debería aspirar a vivir la vida en pareja, como si ese fuese el ‘estado correcto’«, aseveró en diálogo con este medio.
Y, aún cuando mucho menos que en otras épocas, aquellos que no lo logran, sufren cierta discriminación, «se les supone algún defecto personal, cierta ineptitud para soportar las imperfecciones de los otros, un exceso de narcisismo para tolerar esa diferencia fundamental que implica todo vínculo con un otro».
Las recomendaciones de los expertos para los solteros que buscan dejan de serlo:
Invertir en amistades
Ghedin asegura que el paradigma de una vida compartida persiste. «Los seres humanos somos gregarios por condición biológica y psicológica: necesitamos del otro y nuestra existencia se construye en relación».
Los seres humanos estamos cableados para la conexión. Si lo que se anhela es la compañía, los expertos recomiendan preguntarse si existen otras formas de satisfacer las necesidades sociales. Por ejemplo, si lo que se extraña son las pruebas de cariño, un abrazo de un buen amigo hace maravillas. No para alejarse del deseo de estar en una relación romántica o comprometida, pero para recordar que hay muchas maneras de tener relaciones sanas y satisfactorias y así afrontar la búsqueda desde otro lugar.
«Los sentimientos de soledad no tienen necesariamente que ver con el estar o no en pareja, aún cuando es muy común que las personas los confundan. Alguien puede tener fuertes lazos afectivos amistosos o familiares aun sin estar en pareja. Y en el caso contrario, alguien puede estar en pareja y no compartir con ésta afectos importantes, sentirse aislado y con la ausencia de vínculos fuertes», explicó la especialista.
Mantenerse concentrado en el presente
En momentos de angustia y preocupación, es fácil tener una visión larga e imaginarse la vida de soltero a los 35 o 40 años. Sea cual sea el punto de referencia, mantenerse concentrado en el presente y tomar un día a la vez es la clave. No hay forma de saber qué nos depara el futuro.
En las mujeres, es muy probable que su sentido de urgencia esté vinculado a la expectativa cultural de que llegada una determinada madurez etaria no estar en pareja está mal visto. La sociedad alienta a las mujeres a construir metas, incluso futuros, en torno a la perspectiva del matrimonio. En este caso, los especialistas recomiendan no caer presos de ese pensamiento atrasado y en su lugar, concentrarse en todo lo que se puede alcanzar de manera individual.
Así, muchas mujeres logran un crecimiento personal y como resultado, su confianza se eleva. Su aprecio por lo que son se expande, y su conciencia de lo que quieren y merecen en una pareja aumenta.
No dejar de salir
No dejar de asistir a citas y mantenerse socialmente activos son las principales recomendaciones de los expertos para permanecer en la búsqueda. En la lista de prioridades le siguen: afrontar incomodidades, salir incluso con aquellos que parecen no ser el ajuste perfecto y estar abiertos a la experiencia.
Sin embargo, para la especialista es importante diferenciar la soledad del aislamiento. «La capacidad para estar en soledad, es decir que una persona pueda sentirse bien sin necesitar la permanente presencia de otros o, en su defecto, de objetos para calmar la angustia, es necesaria. Por ejemplo, es importante que los niños aprendan a conciliar el sueño solos y que no se transformen en adultos dependientes de la TV, las series, el vaso de alcohol o las pastillas para dormir», aseveró.
Por lo contrario, estar aislado comprende otro significado. Alguien que no cuenta con vínculos afectivos de sostén emocional, entra en el terreno de la patología y es indicado que realice una consulta terapéutica.
En la soltería, parece que nadie quiere ceder los espacios ganados y que lo conquistado es posesión absoluta: la seguridad personal, el estatus social, el bienestar económico, el pensamiento propio y el disfrute del ocio y de las actividades recreativas. Todo esto se resume en una palabra: paz. Y los hombres y las mujeres que han «ganado» la soledad la viven como una instancia de sosiego y todo aquello que la perturbe será repelido.
«Hacer la vida en pareja requiere de una puesta a prueba del narcisismo. Y para quienes se acostumbran a armar el mundo alrededor de sus propios gustos y necesidades no les resulta nada sencillo renunciar a semejantes benéficos para compartir, dar y recibir, adecuarse a las circunstancias de otros», concluyó Fernández.