CAAMAÑO. “Cuando llegamos del exilio… se presentó Caamaño en un jeep, porque se decía que estábamos fabricando bombas.”
“Mira Rafa, a mí me gusta Juan Bosch y me gusta el PRD, pero no puedo inscribirme”, comunicó Jacobo Majluta a Rafael Gamundi Cordero cuando este le ofreció una cena en Puerto Plata con el fin de conquistarlo. No obstante, prometió que trabajaría para atraerle adeptos y al otro día le llenó un salón con personal bajo su dirección.
“De cada uno tomamos el sitio donde vivían y les encomendábamos que trajeran siete personas. Así quedó formado el partido en Puerto Plata y los simpatizantes fueron juramentados en un almacén de los hermanos Diego y Manolo Bordas”.
Rafael Gamundi Cordero demuestra con estos relatos sus afanes por el establecimiento del Partido Revolucionario Dominicano en el país, inspirado en la instauración de la democracia tras la dictadura de Trujillo, aunque en el caso de Majluta cumplía instrucciones de su líder.
No solo empleados consiguió Jacobo, también “se aprovecharon sus relaciones comerciales, y centenares de productores de cacao de la localidad nutrieron de fondos al Partido”, cuenta.
Al poco tiempo Majluta se integró al PRD y se unió a la labor de atraer nuevos miembros. Una de sus tareas consistió en convencer a “Chano Vargas”, quien según recuerda Gamundi “era un gran líder trujillista, jefe de los paleros, en Altamira, que denunciaba las acciones de Jacobo en favor del PRD.
Juan Bosch, Antonio Guzmán, ÁngelMiolán, Washington de Peña y Majluta estuvieron presentes en una manifestación en Altamira en la que tanto Vargas como Rafa estaban entre los oradores. “La calle estaba cubierta de gente”, refiere Rafa, pues Chano conservaba su poder de convocatoria.
Recuerda que el locutor se colocó frente al micrófono y anunció que hablarían Bosch, Chano Vargas y Gamundi Cordero. Al escucharlo, Vargas tomó la palabra y preguntó:
– ¡Pueblo, ¿quién quieres que hable: el comunista Rafa o el palero Chano Vargas?
Discretamente, Bosch llamó aparte a Gamundi y le advirtió: “Rafa, ten cuidado, y en un momento determinado procura irte”.
Gamundi aclara que nunca fue comunista, “pero sí muy amigo de Manolo (Manuel Aurelio Tavárez Justo), Felucho Florentino, Rafael Abud y muy especialmente de Alfredo Peralta Michel”, de esa tendencia.
Sobre su éxito en la persuasión a Majluta para que pasara a las filas del PRD, Rafael Gamundi habla con evidente satisfacción. Jacobo fue un líder histórico dentro de la agrupación. Ocupó la Presidencia de la República después del suicidio del presidente Guzmán y fue candidato a esa posición en 1986, en unas reñidas elecciones con Balaguer que muchos aseguran el líder reformista le arrebató con fraude.
Majluta, sin embargo, causaría una gran decepción en Rafa años más tarde al rechazar despectivamente a José Francisco Peña Gómez para que le acompañara como vicepresidente en el proceso electoral de 1990.
“El más hermoso”. Pese a tanta adversidad, pues aparte de las divisiones internas aún se encontraban en el país miembros de la familia Trujillo, Rafa asegura que “el partido se fortaleció grandemente”, y exclama: “Toda esa campaña fue muy dura, estábamos armados del programa más hermoso dentro del proceso democrático de América Latina: el del PRD que Juan Bosch no pudo aplicar”.
Ese programa, “ligado con la Constitución de 1963, establecía que los trabajadores formarían parte de las directivas de las empresas, prohibía el latifundio, creaba Villas de la Libertad (viviendas para campesinos pobres), determinaba que en las grandes empresas azucareras se repartieran 100 tareas de tierra por familia, y aunque los propietarios tuvieran que sembrar caña, el producto era de ellos”, señala, entre otros aspectos.
Durante esa jornada electoral, comenta que “hubo futuros héroes que en ese momento fueron adversarios y persecutores, como Francisco Alberto Caamaño, por ejemplo”.
“Cuando llegamos del exilio, al poco tiempo de abrirse el local en el Conde 13, se presentó Caamaño en un jeep, porque se decía que estábamos fabricando bombas. Miolán los autorizó a entrar y comprobaron que no había nada, sin embargo, volvieron en la tarde y fueron e informaron que encontraron 17 bombas y se llevaron preso a Miolán”.
“Estoy hablando de un héroe”, reacciona Rafa, quien después fue un gran amigo y ferviente admirador del valor del coronel de Abril, tanto, que trató de colaborar con él en el apoyo urbano a la guerrilla de Caracoles, de 1973, y se reunió con Amaury Germán Aristy años antes del desembarco para conseguir la autorización de Peña Gómez a fin de que Napoleón Núñez, otro símbolo del PRD, se incorporara al proyecto. Gamundi fue también un leal servidor del gobierno constitucionalista.
En 1962, empero, Caamaño lo zarandeó y lo hizo preso en las movilizaciones contra los Trujillo y los trujillistas que permanecían en el territorio.
Ahora que aportaba sus esfuerzos en construir la democracia después de la dictadura, Gamundi Cordero era reprimido, apresado, allanado en su casa no solo por los temidos “Cascos Blancos” que dirigía el futuro líder la Revolución de 1965, sino por guardias, policías y hasta alcaldes pedáneos.
En La Vega, Rafa y Miriam Abreu se destacaban llevando sus conocimientos políticos y de historia a la ciudad y al campo, formando comités, arriesgando sin descanso su vida.
“A nosotros nos agredieron los paleros con ferocidad. Estábamos Julio Lora, Víctor Dalmasí y yo reunidos en el restaurante Antillas y se presentaron miembros del Partido Dominicano, encabezados por Pablo Rafael Casimiro Castro vociferando: “¡Abajo el comunismo!”, “Viva Trujillo!”, nos lanzaron piedras, nos persiguieron y nos refugiamos en Mao donde Antonio Jiménez, que tenía un colmado”, relata Rafa.
Cuando salieron se encontraron con un jeep de la Policía que derribaron gracias a la ayuda de personas que se encontraban en el negocio y a que el conductor del vehículo, un teniente, “era democrático”. En el interior encontraron bombas lacrimógenas “que creíamos eran granadas, pero cuando las tiramos lo que salió fue humo”.
Además de los ataques personales a militares y trujillistas, Rafa organizó en Santiago un equipo de hombres “muy activos”, que hacían exhortaciones y creaban conciencia al pueblo a través de la radio.
“Ponciano Morillo, Rafael Rivas Jerez, Modesto Montero” y él consiguieron un espacio en La Voz de la Hispaniola, de Morito Sánchez, y producían el programa “Tribuna Revolucionaria”. “Yo ilustraba ideológicamente al Partido, atacaba duramente a los paleros, leía la sección “Conozca a los calieses” que publicaba el periódico del 14 de Junio…
Tan traumáticos como fueron esos trabajos de campaña, destrujillización y de dar a conocer a Bosch y al Partido Revolucionario Dominicano aun con el país militarizado por la guardia del régimen destituido, fue la Convención de esa agrupación, cargada de imposiciones, desacuerdos, renuncias obligadas. No hubo manera de llegar al diálogo, no fue posible la conciliación. Triunfaron las diferencias entre delegados y dirigentes a tal grado que fue preciso anularla. Tuvieron que celebrar otra.