Durante más de cuarenta años he mantenido una relación de hermandad afectiva con Rafael Santos, actual director del Instituto de Formación Técnico Profesional (Infotep).
Por eso no me ha sorprendido la eficiente y dinámica labor que ha desarrollado en esa institución oficial, por lo cual ha recibido comentarios elogiosos de amplios y variados sectores nacionales.
Creo que sería innecesariamente reiterativo escribir sobre los logros de la gestión del esforzado maestro en el Infotep.
Porque este escrito se limitará a una breve descripción de loables acciones de un sensible y solidario ser humano.
Cuando mi inolvidable esposa Yvelisse asumió la Secretaría de Educación en el año 1982, en una parte de su gestión ocupaba Rafael Santos la máxima posición de la combativa Asociación Dominicana de Profesores (ADP).
Las inevitables diferencias entre ambos se produjeron en un marco de absoluto respeto, debido en gran medida a que el líder de los maestros realizó sus cuestionamientos a la labor de la funcionaria con la moderación y la destreza comunicacional que le caracterizan.
He sido testigo de su apoyo material y emocional frente a problemas, algunos de gravedad, sufridos por parientes, amigos, relacionados, correligionarios, y hasta por desconocidos.
Frente a los problemas de salud que precedieron al fallecimiento de Yvelisse su presencia se hizo habitual en el centro médico donde pasó su internamiento.
Y en los días subsiguientes fue efectiva su labor de difusor en los medios de comunicación de sus virtudes y de los valiosos servicios que ofreció a la educación dominicana.
La humildad de este diestro servidor público ante los numerosos reconocimientos que ha recibido es quizás su mas distintiva virtud.