El 17 de este mes se cumplieron 62 años del asesinato del periodista y escritor
A mediados de julio en curso se cumplieron 62 años del asesinato del periodista y escritor Ramón Marrero Aristy, secretario de Estado del Gobierno de Rafael L. Trujillo, noticia que fue acogida con indiferencia en el Palacio Nacional, pero que la generalidad de los inquilinos de la casa presidencial conocían los autores intelectuales y materiales del crimen.
Todo sucedió en la mañana del 17 de julio del año 1959 y los medios oficialistas divulgaron la información del “trágico accidente” con énfasis en las condiciones intelectuales del insigne ciudadano muerto y sobre los estrechos vínculos que tenía con el dictador. Sin embargo, en Palacio todo seguía normal y ningún funcionario comentaba la tragedia.
El periodista Manuel de Jesús Javier García, del periódico El Caribe, relata que cuando se enteró del supuesto accidente llegó temprano a Palacio, donde las actividades seguían igual a un día rutinario. Acudió al Departamento de Prensa y allí solo se habló de la noticia que ofrecía La Voz Dominicana, pero “ninguno hablamos sobre los méritos del periodista muerto”.
En el sepelio, en el Cementerio Nacional de la avenida Tiradentes (hoy Av. Máximo Gómez), en horas de la tarde, los funcionarios presentes evadieron la presencia de los periodistas y fueron enfáticos en advertir que no ostentaban la representación de Trujillo.
Virgilio Alvarez Pina, Rafael Paíno Pichardo y Virgilio Alvarez Sánchez, íntimos del generalísimo, coincidieron en responder las inquietudes de la prensa con el mismo monosílabo “no”, es decir, que nadie representaba a Trujillo en la ceremonia mortuoria.
Después de redactar y entregar la nota sobre el sepelio, Javier García salió hacia su residencia y en el trayecto se encontró con su compañero de labores, el periodista higüeyano M.M. Pouerié Cordero, esposo de Bertha, hermana de Marrero, que en un tono un tanto misterioso y compungido le preguntó: “¿Qué tu escribiste sobre la muerte de Marrero Aristy?, y el periodista le respondió que escribió en base a lo dicho por La Voz Dominicana.
El asesinato del cercano colaborador de Trujillo se atribuyó a un análisis publicado el 12 de julio de 1959, en el diario The New York Times, con la firma de Tad Szulc, sobre supuestos actos de corrupción en el régimen.
Dos días antes de la publicación, Marrero Aristy había sido compañero de vuelo del periodista estadounidense en la ruta Ciudad Trujillo-Miami. Trujillo sospechó que el escritor y secretario de Trabajo de su Gobierno había tenido que ver con la indicada noticia. No obstante estas sospechas, Marrero hizo publicar, en el mismo periódico, unas declaraciones negando lo afirmado por Szulc.
Desde que retornó al país Marrero Aristy se entrevistó con el Jefe en la tarde del 16 de julio, y se asegura que el dictador lo ultrajó de palabras y que el escritor se puso muy nervioso y que cuando lo insultaban hizo ademán de sacar un pañuelo para secarse el sudor y que un oficial de Ejército Nacional, creyendo que la futura víctima iba a esgrimir un arma, le mató de un balazo.
En Palacio nadie recordó haber escuchado un disparo ese día y el sentir generalizado fue que Trujillo ordenó su muerte al jefe del SIM, Johnny Abbes García. Se dijo que horas después Trujillo trató de revocar la orden pero ya el funcionario había sido asesinado en la cárcel de La 40.
La Voz Dominicana y los periódicos El Caribe y La Nación divulgaron la noticia de que Marrero Aristy y su chófer Luis Concepción Belén habían perecido al caer su vehículo por un precipicio en ruta en misión oficial hacia Constanza.
Ramón Marrero Aristy nació en San Rafael de Yuma, provincia La Altagracia, y desde muy joven dio muestras de sus inquietudes políticas e intelectuales.
Su verdadero nombre era Ramón Beltré Aristy, ya que su madre fue Oliva Beltré, natural de Azua, y su padre el yumero Juan Aristy. Sin embargo hizo las correcciones correspondientes y adoptó los apellidos que llevó hasta su muerte. Brillante escritor y periodista agresivo, es el autor de la famosa novela “Over”, que trata sobre la vida en los bateyes azucareros y los pagos de salarios y compensaciones laborales. Fue secretario de Trabajo desde 1956 hasta su muerte en 1959.
Regularmente representaba al país en las sesiones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Ginebra, Suiza. Fue diputado por Azua, El Seibo y el Distrito Nacional.