¡Ramón Oviedo: 100 años! ¡Obras selectas de selección Báez-Tavárez!

¡Ramón Oviedo: 100 años! ¡Obras selectas de selección Báez-Tavárez!

Ramón Oviedo. Contorsionados. Mixta sobre tela, 25x30 pulgadas. Sf. Colección Báez-Tavárez. Fotografía de Mariano Hernández. Cortesía CCP.

Cuando Ramón Oviedo ataca, golpea hasta la reflexión necesaria, porque en su pintura la belleza es un suceso de reflexión permanente. Si es necesaria la cirugía de la imagen para hacer brotar el poder del sentimiento que domina la génesis de su sensibilidad lo hace. Basta mirar como en un acto casi escatológico, Oviedo perfora y abre el cuerpo del sujeto-materia y lo cose nuevamente con los hilos del dibujo que le sirve para escribir los versos visuales del asombro, de la represión, del miedo y de la muerte en sus telas” … (Abil Peralta Agüero, 2013).

En su reseña de la exposición “Oviedo: 100 años. Obras selectas de la Colección Báez-Tavárez”, abierta todavía en el Centro Cultural Perelló de Baní, el apreciado amigo y reconocido periodista Alfonso Quiñones señalaba algunos aspectos diferenciadores de esta muestra organizada con esmero y óptimos resultados por Fernando Báez Guerrero, Nancy Tavárez de Báez y la directora del CCP, Julia Castillo de Lozano, respecto a otras muestras importantes de la gran jornada expositiva que ha marcado la celebración del centenario del natalicio de Ramón Oviedo (1924-2015), maestro ilustre e inmortal de la pintura dominicana.

En su reportaje, Alfonso Quiñones señala que la propuesta curatorial de la exposición del CCP está basada en la condición humana del maestro Ramón Oviedo. Y acierta Quiñones con lúcida precisión: “Oviedo no sólo fue uno de los más laboriosos pintores dominicanos, sino uno de los más inquietos. Atento a las nuevas tendencias estéticas, siempre pareció joven, y casi siempre pareció Oviedo. Lo que López-Meléndez llama mutabilidad estilística nos habla de una incansable sed de investigación artística. Pero también de un espíritu cuya inquietud existencial le llevó a reflexiones y búsquedas filosóficas tan hondas como fructíferas, tan poéticas como tan prendidas de lo cotidiano” … El Caribe, 28.02.2024.

En efecto, una parte notable de la obra de Ramón Oviedo nos remite hacia los abismos dramáticos de la historicidad y la memoria identitaria. Así que me atrevería advertir su legado como resultado supremo de una práctica estética radicalmente transformadora. Y es que Oviedo fue un artista necesaria e inevitablemente “político”, pero no solo por su participación activa de lo político o porque abordara en su obra problemáticas de rabiosa naturaleza política, sino también porque en sus obras el espectador accede ipso facto a los territorios múltiples, violentos, violados y espectrales de lo humano, lo histórico social y la subjetividad.

En este sentido, hace ya más de una década, precisaba el reconocido crítico del arte y curador Abil Peralta Agüero: “Oviedo es producto de un arte que mueve a la pregunta colectiva en torno a qué hemos hecho por el hombre, por la humanidad…por el otro tú, yo/ustedes. Se trata de una pintura llamada a trascender la inmediatez, un arte que, por la dignidad de su conducta espiritual y moral, se sitúa al lado del drama de Goya, la atmósfera de William Turner, la magia de William Blake y el misterio dramático de Edward Münch, sin distinguir su moral propositiva de la capacidad de seducción y reflexión que postulan Charles Baudelaire y Walt Whitman en sus respectivos discursos poéticos” …

Al distintivo equilibrio curatorial del extracto expositivo de la Colección Báez-Tavárez, igual tributa un núcleo de obras significativas en las cuales Ramón Oviedo explora los trasfondos, extremos y susurros de las mutaciones del alma nacional: la microfísica de los sumarios sociopolíticos y trances psicosociales claves de su tiempo. Se trata de obras reveladoras de la personal y poderosa visión sociometafórica y del radiante proceso semiotizador y/o de puesta en espejo de la ancestralidad de nuestra psique colectiva y la memoria afectiva que Oviedo cristaliza en su rizomática práctica creadora.

Dentro del núcleo de obras señalado, destacan las tituladas Sordina, Contorsionados, Seña malinterpretada; Siesta del carretillero, Fin de la farsa, Antes de Lázaro levantarse, Truco de brujo, Tercer viaje, El tren del Rey, Se avecinan las olimpiadas, Francotirador, Prisa en dos direcciones, Cargando un borracho, Hito espacial y Futuros Hábitats.

Son obras traspasadas por una belleza emocional sugestivamente intensiva y una verdad de vida irreductible, saturadas de remisiones mordaces e incisivas hacia los ritos, mitologías y antilogías culturales del presente. Remisiones hacia los fetiches tecnológicos masificados, hacia los centros, márgenes y rumores de la cotidianidad, así como hacia la mixtificada espectralidad del folklore espectacular y alucinatorio de la posmodernidad.

Desde luego, Ramón Oviedo logra cifrar este ardiente e inefable piélago de remisiones mediante una dicción plástica especializada que suma a su obra unos niveles paroxísticos de entonación expresiva a través de un densificado sistema de trazos, fisuras gestuales, signos, manchas, intensivos contrastes de luz, modulaciones polifónicas de la materia, juegos texturales y escaladas cromáticas de terribles fulgores y ecos imagéticos efusivos.

La muestra “OVIEDO 100 AÑOS. Obras Selectas de la Colección Báez-Tavárez”, sigue abierta hasta el jueves 6 de junio próximo en la sala Gilberto Hernández Ortega del Centro Cultural Perelló, localizado en la Carretera Sánchez, Km. 2.5. Escondido, Baní, provincia Peravia, en horario de martes a sábados de 9:00 de la maña a 5:00 de la tarde.

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