Palabras han habido. Y como además pueden considerarse, con todo derecho, insultantes, encontraron de inmediato respuesta en aquellos que hasta hace poco fueron sus compañeros de partido, con los que compartió la gloria y el esplendor de los gobiernos peledeístas, los dulces y embriagantes privilegios del poder y las complicidades a las que obliga, a los que llamó “ratas” por abandonar la organización para irse a otros partidos en medio del proceso electoral.
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Tres de esos renunciantes que se dieron por aludidos, diputados para más señas, consideran que las expresiones del expresidente Danilo Medina reflejan enojo, desesperación y arrogancia, y le recomendaron que en lugar de lanzarle ataques públicos se enfoque en reconstruir al descalabrado PLD. “El expresidente Medina lo que debe hacer es analizar lo que está sucediendo en vez de tirarle la culpa a un grupo que, como yo, se fue del PLD cuando vio que ya era un partido que se había alejado de las ideologías que nos motivaban”. Al igual que Carlos Sánchez, representante del Distrito Nacional, los diputados peledeístas Víctor Suárez y María Mercedes Fernández utilizaron el abandono de los principios fundacionales del PLD para justificar su salida de la organización, pero tendrán que hacer gárgaras para explicar porqué solo se dieron cuenta cuando era evidente que se dirigía derechito hacia el despeñadero electoral.
La salida de tono del exmandatario puede explicarse con la propia situación del partido morado, ya que no es fácil tener que lidiar con la presión que genera el vergonzoso papel desempeñado en las pasadas elecciones, y todo lo que eso implica para su futuro político inmediato. Porque si bien es cierto, como nos recordó con amargura, que las ratas son las primeras que abandonan el barco cuando parece que se va a hundir, también lo es que la tradición manda que el capitán sea el último. Mientras se hunde, lo que más debe dolerle es no saber cuál de sus compañeros será la próxima “rata” que salte del barco.