En la gestión de riesgos asociados al huracán Fiona, República Dominicana y el Gobierno del presidente Luis Abinader pasaron la prueba con buenas notas. El fenómeno atmosférico permitió medir la eficiencia de prevenir, mitigar y responder que impone la Ley 147-02.
El decreto 537-22 declaró en emergencia ocho provincias de 1.8 millones habitantes (17% de población). Habitantes residentes en 27% de la superficie nacional. Zonas donde se edifican miles de metros cuadrados de riesgosa construcción vulnerable e impermeable. También se despliegan cientos de miles de kilómetros lineales de vías asfaltadas que impiden que filtre el agua pluvial.
Fiona arrojó 12,485 personas desplazadas, 2,497 viviendas afectadas, 709 mil, 272 hogares a oscuras y 1.2 millones pobladores sin agua provisionalmente. Estos resultados se resuelven con intervenciones de impacto, como las ejecutadas. Pero con huracanes intensos en la escala de Saffir-Simpson, se estiman unos 720 mil afectados y fallecidos. Igualmente, pérdidas económicas directas por 2,400 millones de dólares.
Le puede interesar: ¿Plan estratégico salud 2030 superará fórmulas precedentes?
Ahora inicia la segunda prueba de Fiona. Prevenir brotes epidémicos por enfermedades vectoriales, como dengue, chicunguya, malaria y leptospirosis, entre otras. Para tales fines, adquirir insumos de emergencia es vital. Adquisiciones que Salud pública proveerá con eficiencia desde los hospitales de campaña. Centros móviles donados por EUA-USAID y colocados en áreas afectadas de La Altagracia, La Romana y Samaná.
Confiamos que la población organizada hará lo suyo, para prevenir la reproducción de mosquitos. Pero también, que el Ministerio de Salud Pública despliegue una vigilancia epidemiológica activa. Elimine con cloro, los peligrosos huevos y larvas de insectos.
Por otro lado, sabemos que el Congreso es responsable por la ausencia de una Ley de Ordenamiento Territorial, hecho que agrava los riesgos. Igualmente peligroso, es que solo los ayuntamientos de Santiago y el Distrito Nacional de 158 municipios, tengan planes de ordenamiento con adaptación climática.
Santiago, además, posee una estrategia de resiliencia, auspiciada por Fundación Rockefeller. Asimismo organismos alineados al Plan Estratégico 2030 y Compromiso Santiago, impulsan el rescate y saneamiento de peligrosos arroyos en una operación ejecutada por INAPA y CORAASAN.
América Latina es la región más urbanizada y de más riesgos.