Necesitamos volvernos del camino en que andamos y plasmar otra ruta, una metanoia; para saltar del teatro sociopolítico a una real política de Estado. Si queremos generar un cambio en la sociedad dominicana es necesario auto inducirnos un paro a las prácticas cotidianas e infructíferas sustentadas por los partidos políticos y “certificadas” por todos nosotros (el pueblo dominicano).
La República Dominicana posee todos los elementos para convertirse en un país con una fuerza centrípeta en el mundo económico. Tenemos la capacidad, los recursos acuíferos, la ubicación geográfica, el carisma, poseemos minerales, y una diversidad en el mundo agrícola. Somos conocidos como un país seguro para el turismo. Algo que casi olvido, somos una cultura pacífica con una tradición basada en la fe judeocristiana, amamos la vida. También, y no menos importante, heredamos una bifurcación cultural que emerge del mundo árabe y del oriente próximo. Bueno, somos un mosaico cultural con el potencial latente para convertirnos en un país modelo para Iberoamérica.
Se nos ha hecho muy difícil articular ese conjunto de variables que funcionan como combustible para impulsar el carruaje del Estado dominicano. Nos hemos gastado construyendo políticas inmediatistas, que solo sirven para ejecutar acciones de corto plazo y de intereses personales. Somos rápidos construyendo pirámides y arquitecturas que promueven los intereses personales y grupales. Olvidamos aquella totalidad que enriquece y crea abundancia para todos, incluyendo para el sector empresarial.
Tenemos de todo, pero ya nos hemos dado cuenta que no es suficiente estar rodeado de riquezas naturales y culturales, es necesario algo más para salir de la híper corrupción. Las naciones que han salido de la mediocridad son aquellas que abrazaron la planificación, son aquellas que identificaron un líder, son aquellas que siguieron la institucionalidad por encima del compadreo. Esos países que hoy aplaudimos y soñamos en ser como ellos, son fruto de un liderazgo intencional, íntegro y con carácter.
Es necesario algo más para vivir en una sociedad más segura. Es necesario algo más para crear y hacer crecer una clase media que fortalezca la economía en cada familia dominicana. Es necesario algo para imponer la institucionalidad y el imperio de la ley. Es necesario algo más para poder identificar a un líder que implemente junto a todos los sectores un modelo que sirva de comparación y de motivación hacia la creación de un período de oro. Es necesario algo más para ayudarnos a entender que el éxito no depende de las circunstancias, depende de si somos disciplinados o no. ¡Realmente es necesario algo más!