“La persona que ama no tiene miedo.
Donde hay amor no hay temor.
Al contrario, el verdadero amor quita el miedo”.
San Pablo
El ser humano es el único ser vivo que siente miedo. Por esta razón, es también la única criatura que puede resistirse a la ley de evolución y expansión que rige a la naturaleza. Los miedos son frenos que utilizamos para no avanzar, conectar, merecer, materializar y disfrutar los deseos auténticos que alberga nuestro corazón.
El Emperador de Francia Napoleón Bonaparte dijo: “Aquel que teme ser conquistado seguramente será derrotado”. A muchos de nosotros nos formaron en la creencia de que ser conquistados por el amor, más tarde o más temprano nos causaría un gran dolor. Si vivimos desde la realidad material en la que todo muere, desconectarse del corazón es una manera ilusa de intentar sobrevivir.
El ego se alimenta de la fuerza que producen nuestros miedos. El amor y el miedo no coexisten. Cuando le damos poder al ego desconectamos nuestra vida del amor. Sin amor el alma se seca y la persona va perdiendo la vida aunque siga respirando. Todo poder viene del amor y el corazón es la vía de conectar con ese poder.
¿Acostumbras a hacerte chequeos de salud? ¿o sólo lo haces cuando tienes un síntoma y el médico los ordena? El miedo es más peligroso que el colesterol, el azúcar o la presión alta. Dos o tres veces al año, me gusta vivir experiencias que me permitan monitorear como andan mis miedos. Es parte de la responsabilidad que tengo de mantenerme sana para sostener de un buen modo la vida.
Este fin de semana, participé de un maravilloso programa de reingeniería humana, un sistema de formación que ofrece un conjunto de elementos para conocernos mejor y desarrollar nuestras potencialidades. Mucha gente me preguntó qué haría yo en un taller así. La mentalidad occidental ve como un problema ir al médico sino estamos enfermos, porque ¡siempre te encuentran algo!
En un mundo enfocado en producir, sacar tiempo para hacer actividades preventivas, que nos permitan mantenernos en salud, no es una prioridad. Los cuatro días en reingeniería humana fueron un regalo de amor que me hice a mi misma. Mediante efectivos procesos, ejercicios y prácticas, pude revisar la mis miedos.
Descubrí oportunidades magníficas para hacer cambios que me permitan mantenerlos en un nivel en el que no afecten mis propósitos, y adicionalmente, encontré experiencias muy valiosas que han fortalecido mi propio amor y la pasión que mantiene con vida mis sueños.
Si has ido al médico, sabes valorar la compañía. Aunque el proceso es individual, tener a tu lado a alguien a quien le importas es un lujo. A mi lado, caminaron 52 personas que al igual que yo se pararon en responsabilidad frente a su propia vida, y junto a un staff de 12 seres comprometidos con servirnos, fuimos guiados por el entrenador en un espacio de seguridad y amor, que nos permitió escanear nuestro interior y mirar lo que funciona y lo que no.
Todos tenemos necesidad de retirarnos periódicamente para desprendernos de pensamientos limitantes, eliminar el exceso de estímulos, ventilar el corazón y refrescar inspiraciones. Cuando eso ocurre en compañía de un grupo de personas alineadas en una misma intención, lo que ocurre es sencillamente delicioso.
Estos días tuve la posibilidad de mirar por qué no he conseguido hacer realidad mi sueño, a pesar de haber hecho varios intentos fallidos. La fórmula de la manifestación es igual al deseo menos la resistencia. Si algo no está ocurriendo es porque estamos interfiriendo con su materialización. Creer que estamos bien y no verificarlo es una forma sofisticada de oposición.
Si hay algo que deseamos mucho pero no se está dando, está siendo difícil, está sucediendo muy lentamente, o se manifestó pero no lo estamos disfrutando es porque nuestro ego está matando nuestros sueños. Preferimos sujetarnos a la evidencia de lo posible, en vez de asumir el riesgo de no tener la razón y comprobar que no hay límites para quien ha decidido co-crear su vida.
La escritora francesa Ninon de Lenclos dijo: “Cuando nuestros sueños se han cumplido es cuando comprendemos la riqueza de nuestra imaginación y la pobreza de nuestra realidad”. Las sabidurías antiguas nos recuerdan que nuestros pensamientos (tanto individuales como colectivos), sentimientos y acciones, de forma significativa determinan cual probabilidad gana suficiente momentum como para materializarse.
El matemático Albert Einstein decía que hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro. La reingeniería humana hace posible la catalización del crecimiento de las personas, ayudándonos a pasar de un estado vibracional de resistencia a otro superior en el que ocurren milagros.
Quiero confesarte que aunque tenía la decisión de ir al taller, pensaba que por la cantidad de responsabilidades que estoy manejando “no era mi momento”. En una entrevista al novelista Paulo Coelho el me decía que el primer síntoma de que estamos matando nuestros sueños es la falta de tiempo.
El mismo autor dice que cuando alguien conecta con su corazón el Universo entero lo acompaña. Este fin de semana estaré en un retiro distinto, y estoy segura que también será en excelencia. Hoy, reinicio mi conexión con la vida desde el privilegio de ser una mujer amorosa y comprometida, que confía plenamente en ella, en las personas, y en el propósito que la guía. ¿Qué dinero puede comprar esa confianza?
Celebro la oportunidad de compartir contigo mi camino y que seas parte de lo que llena de sentido esta mirada…