Recordando viejos planteamientos sobre las conductas morales

Recordando viejos planteamientos sobre las conductas morales

Teófilo Quico Tabar

Para muchos estudiosos, la mayoría de la gente común casi nunca obedece a otros intereses que a los de sus propias necesidades. Lograr algo mejor. Porque a pesar de las limitaciones propias de su estado, normalmente tienen astucia o destreza para sacar conclusiones más lógicas y afortunadas que los propios dirigentes. Sean de orden político, social, económico, cultural, deportivo, de la comunicación, incluso de orden moral. Porque se sienten libres de ataduras y de conflictos, y por lo tanto, son capaces de ver las cosas de forma simple, pero con cierta objetividad.

El temor de algunos expertos es, que esa gente común, que representa la mayoría de la sociedad, tiene la tendencia a imitar. Por eso cada día se ven menos sumisiones y más actitudes levantiscas y de violencia. Mayor incredulidad y menos respeto por determinados valores. Porque con su inteligencia natural se da cuenta de cómo son las cosas.

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Ahí radica la importancia del ejemplo que se reciba de las cúpulas dirigentes. De los sectores que se proyectan en la sociedad. Políticos, económicos y de todas las áreas. Ya que inevitablemente influirán en sus conductas. Y cuando esas mayorías entiendan, con un razonamiento simple, que todo está dañado, podría llegar a la conclusión de que solo podrá liberarse de ello mediante un sacudimiento social que rompa con todos los esquemas. Con el riesgo de que, si no cuenta con la debida orientación, podrían desconocer los principios de la ética y la moral, que las cúpulas no les enseñaron o pasaron por alto.

Por eso, durante años hemos señalado la necesidad de las enseñanzas de las buenas costumbres tanto en lo público como en lo privado. De lo indispensable que se hace que todos los actores se adecúen a un molde estricto de conductas. Porque no caben dudas de que durante muchos años, se hicieron los desentendidos o simplemente se enredaron en los hilos de la telaraña que se ha tejido a lo largo y ancho del acontecer nacional. Prefirieron dejar hacer y dejar pasar. No por falta de conocimiento o advertencias, sino quizás, porque los intereses penetraron a tal punto que impedían las posibilidades de tomar decisiones correctivas, sabias y oportunas al margen de los conflictos.

Hemos advertido que la toma de decisiones por parte de personas o grupos de poder, obedeciendo a intereses particulares o personales, no solo han limitado la pureza y transparencia de lo que se ejecutaba, sino que impedían la sana competencia, la libertad, la limpieza y corrían el peligro de que estuvieran cargadas de privilegios irritantes.

El momento es oportuno para recordar estas viejas prédicas. Para reiterar que no se debe perder tiempo en la creación de conciencia del gran peligro que siempre acecha al cometimiento de malas acciones.

Para recordar el riesgo que se corre, cuando los actores de las diferentes áreas actúan obedeciendo a intereses en desmedro de los demás.

Es estimulante que el presidente Luis Abinader tenga conciencia de ello, cuando refuerza mediante medidas adoptadas recientemente, mecanismos para fortalecer la transparencia y las buenas ejecuciones. Porque si algo, entiendo yo, que debe dejar dentro de sus ejecutorias el amigo presidente, es su sello de que no vaciló en adoptar medidas que contribuyan a las buenas y sanas costumbres.

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