Rectificaciones

Rectificaciones

Claudio Acosta

Este Gobierno ha demostrado que no le agradan los ruidos y conflictos que eventualmente puedan mermar su popularidad, razón por la cual les huye como el diablo a la cruz, actitud que más temprano que tarde, se teme, podría terminar provocándole problemas igual o más complicados que aquellos que creyó evitar sacándoles el cuerpo o postergando su solución.

Como si a estas alturas no supiera todavía que no hay manera de gobernar sin enfrentar intereses que provocan ruidos y conflictos, y si no hay razones para que estos existan de todas maneras la oposición se los inventará.

Las numerosas rectificaciones que ha hecho la presente administración en apenas año y medio son una elocuente muestra de esa situación, la última de ellas la posposición para el 2023 de la norma 04-2022 de la DGII que puso en pie de guerra al CMD, pero ha sido bien aprovechada por la narrativa oficial, pues un presidente que escucha, que pone sus oídos en el corazón del pueblo, es un lujo que a cualquier democracia le gustaría darse.

Cuidado con ese invento

Claro está, en la oposición no piensan lo mismo, pues las ven como muestras de improvisación de gente “que no sabe gobernar”.

Rectificar es de sabios, nos han dicho siempre, pero nunca ha quedado claro, probablemente porque depende de cada caso y circunstancia, en qué momento las rectificaciones dejan de ser muestras de sabiduría y sensibilidad social para convertirse en preocupantes señales de debilidad.

No es ni será nunca mi intención, desde la cómoda perspectiva de las gradas, decirle al Presidente de la República cómo debe gobernar un país tan complicado como éste, y mucho menos cuándo conviene dar marcha atrás a una decisión de Estado.

Aunque para mi tranquilidad prefiero pensar que en todas esas rectificaciones se ha impuesto el interés público y, sobre todo, el de la mayoría, que no necesariamente es la que más ruido hace en las redes sociales ni la que más presiona cuando esas decisiones afectan a sus intereses.