Promover la reelección presidencial es lo que siempre se ha hecho desde la mansión ejecutiva en la República Dominicana. En el siglo XX, Horacio Vásquez sentó el funesto precedente, Joaquín Balaguer lo especializó bajo su articulada y lapidaria frase: “la Constitución es un pedazo de papel”. Hipólito Mejía fracasó en el intento a pesar de una buena primera mitad de gobierno, pero Leonel Fernández logró reelegirse sin modificar la Carta Magna.

En cambio, “hacer lo que nunca se ha hecho”-la antológica consigna del Presidente Danilo Medina, supone para los fines prácticos que el actual inquilino del Palacio Nacional rechazará repostularse para el periodo 2016-2020, independientemente de los buenos resultados de su actual gestión e imagen decorosa.

No obstante, hay una campaña reeleccionista en marcha, que según ha anunciado el Ministro de Administración Publica, Ramón Ventura Camejo, llegará al Comité Político del PLD para oficializar la iniciativa congresual tendente a remodificar, por segunda vez en cuatro años, la Constitución para adaptarla a la necesidad política del Presidente Medina. Algo chocante, si consideramos la afirmación de Medina de gobernar para todos durante un único periodo presidencial, como ordena la ley fundamental.

De todas formas, desde el gobierno se hace lo que siempre se ha hecho: promover la reelección presidencial. ¿Acaso, no es mejor respetar la Constitución? ¿Por qué manosearla al gusto del inquilino de la poltrona palaciega?

La misión sagrada del Jefe del Estado democrático consiste en servirle al pueblo, sin esperar a cambio la perpetuidad, porque ese mismo “lo está haciendo bien” puede servir para aspiraciones ulteriores al 2016, dependiendo de la forma en que la Constitución sea modificada y si lograse el consenso legislativo.

Hay que preguntarse: ¿Cómo influirá la reelección en las políticas públicas? ¿Cuánto costará al pueblo dominicano? ¿A quién perjudica?

Prudencia, Presidente.