La reelección presidencial consiste en continuar en el mando en periodos consecutivos o no consecutivos, es decir en periodos seguidos o dejando pasar algún periodo. Durante la historia de la humanidad ha imperado la tendencia y el afán continuista. La persona revestida de poder se suele aferrar al mando.
El “gustico” por el poder mas allá de lo racional y prudente se manifiesta en República Dominicana con Ulises Heureaux, Buenaventura Báez, Horacio Vásquez, R. Trujillo, Balaguer y en la actualidad se ve evidente el deseo y la intención de aferrarse al poder. Los gobernantes, candidatos y aspirantes se lamen los dedos por entrar o seguir en el poder. La República Dominicana ha vivido esa pesadilla del deseo continuista, pues se mantuvo en vilo, de manera especial, por los grandes aprestos de modificar la Constitución hasta el 22 julio 2019, cuando cedieron ante la avalancha de protestas. Así se desinfló la empavonada aspiración de reformar la Constitución para aspirar a un nuevo periodo.
Simón Bolívar, en su discurso de 1819, advirtió:” Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerlo y el se acostumbra a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía”.
Luce digno de atención para los otros países lo que ocurre en Perú, a la cabeza de Martin A. Vizcarra, quien gobierna y parece haberse empantalonado junto con los dirigentes del sistema judicial. Así han podido llevar a la justicia a principales actores de corrupción empezando por los últimos expresidentes.
Quiera Dios que nuestros gobernantes y aspirantes aprendan y practiquen el manejo de la cosa publica como leales administradores sin creerse indispensables ni forzar reelección.