Esta noche es Nochebuena
y mañana es Navidad,
saca la bota, María,
que me voy a emborrachar.
Ande, ande, ande
la marimorena,
ande, ande, ande
que es la Nochebuena.
Fíjate qué rubia,
mira qué morena,
¡ay, qué buena noche
que es la Nochebuena!
Pero mira cómo beben
los peces en el río,
pero mira cómo beben
por ver a Dios nacido.
Beben y beben
y vuelven a beber
los peces en el río
por ver a Dios nacer.
En mi casa hay dos vecinos,
un marido y su mujer,
y aunque no sea Nochebuena
también montan su «belén». Villancico, de la tradición navideña
Mañana es Noche Buena. La música y las luces anuncian desde finales de octubre que se acerca la Navidad. Ya llegó, así, quietamente, sin darnos cuenta. Y así, cada 24 de diciembre se revive el nacimiento del niño Dios, nacido por la Gracia Divina y que vino al mundo a salvarnos. Su llegada fue recibida con júbilo, como nos dice San Mateo
15 Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado.
16 Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
17 Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño.
18 Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían.
19 Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
20 Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho. (Mat 15-20)
Sin embargo, olvidamos que la Navidad es más que fiesta, es más que comidas a borbotones, bebidas sin control, regalos institucionales y obligatorios, regalos de cumplo-miento, oportunidad para el disfrute sin control. Olvidando que celebramos la llegada del ser que cambió el curso de la historia (Antes de Cristo y Después de Cristo). Y que durante sus escasos 33 años de vida nos dio lección de humildad, de amor incondicional, de respeto, de tolerancia y sabiduría. Murió sacrificado por las fuerzas del Poder, y supo reivindicar su nombre resucitando al tercer día.
La sociedad, cada vez más hedonista y materialista, se ha centrado en el éxito medido por las cosas que se poseen. Nos hemos vuelto “cosistas”, como se autodefinía el gran Pablo Neruda, un acumulador de cosas dispersas. Quién más puede demostrar que mucho posee es el más exitoso, olvidando que la vida trasciende las cosas y que la felicidad es un estado interior. Pocos se preguntan por qué se celebra la Navidad. Todos saben que es tiempo de diversión y comida sin control, como se vivía en la Roma de los emperadores.
Añoro la cena del 24, porque es la oportunidad de reunirse en familia. Mis padres hacían siempre una comida el 25 porque la noche anterior había que trabajar hasta tarde para complacer a los cientos de padres que querían complacer a sus hijos. Cuando nuestra tienda La Pagoda fue vendida, se retomó la cena de Nochebuena. El banquete era un proyecto familiar, en el que solo participaba haciendo las labores más pedestres porque soy muy mala cocinera. A mi padre le encantaba ver su larga mesa rodeada de los hijos, al que tiempo después se sumaron los novios y los amigos. Mi comadre Agueda llegaba siempre después de la cena, y se integraba al grupo como una Sang más. La risa era gratuita. El deleite era verdadero, sincero e ingenuo.
La vida pasa, nuestros padres se fueron a vivir la vida eterna. Primero fue papá que en el día de ayer, 22 de diciembre, cumplió 30 años que se fue de nuestro lado. Un poco más de una década después lo hizo mamá. Hijos grandes, que habían formado familia, decidimos que la fiesta familiar sería un día distinto. En los nueve hogares de los hermanos celebramos la Nochebuena de manera distinta, cada uno con su familia política. Se han construido nuevas tradiciones, y se van haciendo nuevos recuerdos. A veces siento que se entrecruzan y se entremezclan, los recuerdos de mi infancia como hija y los que como madre, esposa y abuela he tenido que servir de soporte para construir nuevas tradiciones familiares.
Y vuelvo a mis primeras reflexiones. La Navidad se ha convertido en un negocio, en otro circo mediático para el consumo sin medida. Ya no soporto la alegría falsa de los que te desean una feliz Navidad sin sentirlo. Ya no quiero recibir tarjetas institucionales que son enviadas en consumo masivo para sus relacionados. Ya no quiero recibir regalos impersonales de gente que compra en lote para repartir en base a una lista escrita tomando en cuenta los intereses del momento. Ya no quiero ver los despilfarros de algunas empresas privadas y públicas que envían canastas como un mecanismo de mostrar poder y aprovecharse de algunas ganancias extras. Por suerte el presidente Medina ha limitado esta fea, vieja y molestosa práctica de los funcionarios que con el dinero que pago de impuestos, despilfarra sin control.
Quiero una Navidad para recordar que vamos a celebrar la llegada del Niño Dios quien con su simple presencia supo desafiar a los poderosos romanos. Su presencia en Galilea trascendió los mares, las montañas y las tierras. Sus lecciones de moral y vida recogidas por sus apóstoles constituyen su verdadero legado, que hoy a miles de años de distancia tienen vigencia. ¿Saben por qué? Porque el amor incondicional al prójimo, el respeto a las diferencias, el amor y la defensa a los desposeídos de la vida, la ética como guía para la vida y la acción, no perimen nunca.
Les deseo una Feliz Navidad! Amen de corazón, díganle a los suyos que los aman. Tolera la diferencia, defiende a los que son diferentes. Luchemos por un verdadero y único amor por la humanidad toda entera.
Canción del tamborilero
El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió.
Los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón
al Redentor, al Redentor.
Yo quisiera poner a tu pies
algún presente que te agrade Señor,
mas Tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor.
(rompompompom, rompompompom)
¡En tu honor frente al portal tocaré
con mi tambor !
El camino que lleva a Belén
voy marcando con mi viejo tambor,
nada hay mejor que yo pueda ofrecer,
su ronco acento es un canto de amor
al Redentor, al Redentor.
Cuando Dios me vio tocando ante Él me sonrió.