Reflexiones surgidas de una caída

Reflexiones surgidas de una caída

“Nuestra gloria más grande no consiste en no haberse caido nunca, sino en haberse levantado después de cada caída”.

Confucio

Luego de mi cumpleaños, estoy creando la realidad de mis 12 días. He puesto atención a lo que hago, pienso y siento, tomando anotaciones de lo que ocurre. El jueves pasado, salía de la clase del máster en filosofía para un mundo global, acompañada de mi amiga Ynmaculada. Era el día cuatro de mi nuevo año. Era además la fecha límite para la entrega de un trabajo, que nos habían asignado en diciembre.

A medida que conversábamos, me daba cuenta que estaba en un momento complicado. Había dejado todo el trabajo para el final y ahora sólo tenía cinco horas para hacerlo y enviarlo. De repente, sentí como si alguien me empujaba. En pocos segundos había caído al piso de rodillas haciendo un gran estruendo.

La sorpresa de la caída me había llevado a soltar a “Hope” (una Macbook Pro), quien también cayó unos pasos delante de mí. Cuando levanté mis manos del piso, me vi a mi misma de rodillas frente a ella. La imagen me impresionó profundamente.

Un Proverbio Ruso dice:“Caer está permitido. Levantarse es obligatorio”. Me puse de pie con rapidez y seguí conversando con Ynmaculada, que me miraba asombrada con los ojos llenos de lágrimas. Me dí cuenta de que mi rodilla derecha se había magullado. Estaba hinchada, sangrienta y adolorida.

Al contarle lo ocurrido a otra amiga, me preguntó si los accidentes significaban algo. La verdad es que todo lo que ocurre siempre nos está dando información de valor. Con frecuencia, buscamos en el exterior -y no dentro de nosotros mismos-el origen y sentido de lo que nos pasa. De este modo, no asumimos responsabilidad por lo que nos sucede.

Nosotros provocamos, creamos y permitimos todo lo que nos ocurre. Eso incluye a los accidentes como el que tuve. La función del miembro afectado y la lateralidad (el costado del cuerpo que se ha visto comprometido), nos brindan valiosos datos acerca de lo que es relevante atender.

Antes de embarcarme a mirar el significado de mi caída, me conecté con la gratitud. Pensé en todo lo que pudo haber pasado y no ocurrió. Estaba agradecida que fuera del modo que fue. “El que está abajo no habrá de temer la caída”,dice Jhon Bunyan. Agradecí el poder estar en pie y por levantarme después de caer. Luego agradecí por estar en la universidad, por tener un computador, por irme en mi carro después de la caída, por tener vitalidad para hacer el trabajo, por tener una amiga que se había ocupado con lo ocurrido, etc.

Una caída es la expresión de una cadena de pensamientos de baja vibración: vergüenza, culpa, condenación, desesperación, remordimiento, enojo, orgullo, desprecio, negatividad, ansiedad y miedo. Desde el punto de vista genealógico, los accidentes son expresiones de rabia, que indican una acumulación de frustraciones que la persona no se siente libre para expresar.

Cuando nos enojamos con nosotros mismos, cuando nos sentimos culpables, cuando tenemos la necesidad de castigarnos, un accidente es una forma estupenda de que la rabia no expresada se transforme a través del dolor que nos infringimos por medio de la caída.

El diccionario de biodescodificación dice que el dolor en las rodillas habla de falta de humildad, rigidez mental, resistencia en avanzar, conflicto con el curso de los acontecimientos, dificultades con la autoridad, arrogancia, obstinación y resistencia que permite que la persona avance, pero con dolor.

En el libro “Obedece a tu cuerpo, ¡Ámate!”, Bourbeau dice que el dolor que sufrimos en las rodillas muestra falta de flexibilidad en la forma de enfocar el porvenir. Muestra a una persona que se niega el encontrar medios más fáciles para hacer frente a lo que le desafía. Nos invita a recordar que necesitar ayuda y pedirla no es sinónimo de doblegarse o arrodillarse ante los demás.

En “Usted puede sanar su vida”, Louise Hay dice que las rodillas se relacionan con el orgullo, la obstinación, la incapacidad de inclinarse ante lo grande, el temor, la inflexibilidad y la terquedad. En el diccionario de enfermedades “pensamiento consciente”, Martel dice que las rodillas raspadas o cortadas se relacionan con la arrogancia y la resistencia que hace que cualquier progreso o avance sea rígido o doloroso.

La caída empezaba a develarme su sentido…

La articulación de la rodilla es la más grande del cuerpo y una de las más complejas. Sirve de unión entre el muslo y la pierna, soportando la mayor parte del peso del cuerpo en posición de pie. A lo largo de la historia, el simbolismo de las rodillas ha sido usado en innumerables ocasiones. El profeta Isaías (35:3) dice “…fortalezcan las rodillas vacilantes”.

La genuflexión o acción de arrodillarse indica una actitud de respeto, humildad y adoración. En las civilizaciones antiguas era un gesto de sumisión ante la autoridad. En la Biblia, rezar de rodillas es un gesto de súplica. Jesús oró de este modo en Getsemaní, sin embargo, en los primeros siglos aún no era costumbre entre los cristianos orar de rodillas.

El Concilio de Nicea prohibió orar de este modo los domingos y en el tiempo pascual, y se reservó el orar de rodillas para los días penitenciales, ya que es un gesto que expresa dolor. Desde los siglos XII y XIII, arrodillarse se convertió en el símbolo más popular de adoración al Señor.

La genuflexión es una muestra de la fe y del reconocimiento de la Presencia de Jesús. En el siglo XIV, en la misa se hizo una costumbre que el sacerdote que preside la Eucaristía hace tres genuflexiones: después de la consagración del Pan, después de la del Vino y antes de comulgar.

Constantemente estoy diciendo que debemos actuar desde el poder (espíritu) y no desde la fuerza (materia). Cuando me inscribí en la universidad me dije a mi misma que era una aventura divertida. Estaba segura que como me encanta la filosofía, disfrutaría el máster.

Sin embargo, cualquier síntoma en las rodillas, indica que la persona está viviendo un conflicto emocional de desvalorización, relacionado con la acción de doblegarse a los demás, de someterse a alguien o a algo. Es un conflicto de obediencia, de sumisión a la autoridad (real o simbólica), que nos invita a mirar una situación de imposibilidad de actuar según los propios deseos, resistencia a someterse a la ley del padre: “me obligo a hacer” o “me obligan a hacer”.

Luego de haber fluido en las navidades, el inicio del año y en mi cumpleaños, me sentía culpable de no tener hecho el trabajo. Al mismo tiempo estaba enojada conmigo, por someterme a una presión molesta e innecesaria. Los pensamientos que estaba teniendo me desconectaron de mi propio autocuidado. Se me olvidaron las promesas que me hice, la intención que tenía de estudiar filosofía y mi ego se infló reclamando una buena nota, ¡por un trabajo que no estaba hecho!

La psicogenealogía dice que cuando la rodilla duele evidencia que la persona se ve empujada a entregar resultados de manera obligatoria, y que si lo deja de hacer le falla a los demás y/o se falla a sí mismo. El dolor en la rodilla era la evidencia de la batalla que se libraba en mi interior. La aflicción era la muestra de lo que me pesaba hacer.

Si yo hubiera estado presente para lo que me ocurría, me hubiera recomendado “Maitri”, una actitud benevolente, amorosa y compasiva hacia mi misma. La invitación de un dolor de rodilla es a ser más flexibles con nosotros mismos y a vivir en coherencia (sentir, pensar y hacer lo mismo). ¿Acaso no me había traicionado?

La pregunta clave en una lesión de rodilla es: ¿A qué me estoy obligando? La rodilla izquierda nos da información de un deseo contrariado y la derecha de una acción contrariada. La manera de liberar la emoción bloqueada es reconocer que cuando hacemos las cosas por gusto las disfrutamos, pero que de manera inconsciente nos pondremos obstáculos para avanzar en eso que nos pidan o decidamos, en el momento en que ya no lo disfrutemos.

El escritor y ensayista indio-británico Salman Rushdie dice que las grandes caídas cambian a la gente. Aunque la mía no fue una caída grande, fue lo suficientemente ruidosa y aparatosa para llevarme a reflexionar en ella. Además de mi rodilla derecha, Hope también se lesionó y su arreglo me costará cientos de dólares.

La caída me permitió desenmascarar los velados sentimientos de culpa que estaba manejando, la mala relación con el tiempo, la arrogancia de querer hacer las cosas sola, la rebeldía ante mi propia autoridad, la relación especial con Hope, la insidiosa procrastinación con que estaba respondiendo a la tarea y el remordimiento por haber disfrutado unos momentos lúdicos.

La caída me devolvió la cordura. Logré regresar al espacio de poder en mí, que me conecta con la sabiduría y el amor. En las cinco horas que tenía disponibles lleve a Hope donde Argelis, el técnico del centro Mac que la atiende, almorcé en un lugar que me gusta, hice el trabajo satisfecha con los resultados, ¡y lo envié a tiempo!

Por supuesto, no hubiera querido caerme, pero ocurrió. Habiendo sido una realidad que yo cree, escojo mirar mi participación, y atender el mensaje que yo misma me envié. Como dijo el poeta argentino Roberto Juarroz: “La vida es una larga caída. Lo más importante es saber caer”. Mi cuerpo cayó, pero mi consciencia se elevó. Este dolor no será inútil, lo usaré para ir hacia lo siguiente sin abandonarme a mí.

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