La tristeza, tema recurrente en la obra de Pablo Neruda, tuvo su particular ofrenda en esta magnífica oda que el poeta chileno recogió en su poemario «Odas elementales» (1954):
Envuelta de nuevo en la nostalgia, escribo estas notas dispersas y tristes pensando en el mundo. La historiadora ha avasallado a la mujer, y la ha dejado desvalida frente a tantas verdades históricas incuestionables e indiscutibles.
Los grandes movimientos revolucionarios inspiraron y motorizaron a las masas para dar sus vidas por ideales nobles y de justicia. La Revolución Haitiana, la primera que se llevó a cabo en América nació de la explotación inhumana a que habían sido sometido los esclavos por el modelo de plantaciones impuesto por Francia. Aquella noche de agosto, se rebelaron, atemorizaron a los blancos y resquebrajaron los cimientos del poder imperial. El resultado, ya lo sabemos, fue una nueva república que se dividió en dos; y uno de los líderes, Cristóbal, instauró una nueva monarquía en el norte del país, negando con sus hechos los motivos que llevaron a los esclavos a revelarse contra sus opresores. Hoy Haití es un país sin rumbo ni futuro, dominado por las bandas incontrolables.
La revolución Bolchevique se inspiró en los ideales marxistas de igualdad. ¡Oh el socialismo! La panacea maravillosa donde en lucha dialéctica de contrarios, el bien común se impondría sobre el mal. Los verdaderos revolucionarios fueron aislados. Nació el tenebroso líder, asesino de millones de rusos: el temible Stalin. El poder absoluto se hizo presente. El partido se convirtió en la estructura a temer. La libertad se convirtió en un delito. Y el bien común en una dolorosa quimera. Se volvieron poderosos y en la Guerra Fría se sentían dueños del lado oriental de la cortina de hierro. Lo mismo ocurrió con la China socialista que creó Mao Zedong. Lucharon duro para sacar a los japoneses invasores. Lograron imponerse y crear un régimen de fuerza basado también en el control y el temor. China vivió un letargo. Despertó en los 90 y hoy es un poder mundial. Putin quiere recobrar el esplendor de antaño.
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El imperio donde se produjo la primera Revolución Burguesa, Reino Unido, fue el mismo que conquistó a África del Sur e impuso el apartheid, una de las aberraciones más terribles que ha vivido la historia de la humanidad. Francia, la cuna del liberalismo fue capaz de someter en su modelo de dominación imperial a miles de almas que llamaban esclavos, considerados simples objetos con valor de uso y valor de cambio.
Y si nos vamos al mal llamado “nuevo continente”, América, las cosas no fueron distintas. Cuba luchó con ahínco por su revolución, y hoy el resultado de seis décadas después es una sociedad deshecha, pobre hasta la saciedad. Lo peor es que el pueblo, en su mayoría, ha aceptado la realidad de manera pasiva y busca soluciones individuales. ¿Se puede llamar a eso socialismo o la socialización de la pobreza?
Y qué decir de Venezuela y la monstruosidad de una sociedad destruida y dirigida por ineptos. La famosa revolución bolivariana se ha convertido en una caricatura y una marioneta. El éxodo masivo de una parte sustancial de la sociedad hacia otros países es una evidencia del fracaso del movimiento. ¿Hacia dónde irá ese país?
La mal llamada “revolución nicaragüense” lo que ha hecho es enquistar a una casta corrupta de los autodenominados revolucionarios, han negado todos sus principios y se han enquistado en el poder, y se han asumido las prácticas tradicionales y corruptas de los que ellos mismos criticaban. Las mieles del poder obnubilan y disparan las ambiciones. Así pues, los revolucionarios de entonces se convirtieron en viles aves de rapiña que destrozan las presas con sus garras.
Lo que está viviendo en estos momentos en América Latina es el resultado de una historia constante de fracasos, de momentos de esperanzas, y de nuevas derrotas. ¿Por qué el auge de presidentes que no pertenecen al “estatus tradicional de los políticos latinoamericanos”? Porque el populismo chavista fracasó; porque las alternativas de izquierda fracasaron con excepción del gran Pepe Mujica; porque la derecha también fracasó. Entonces el pueblo decidió volcarse por alternativas no probadas.
¿Qué pasará en República Dominicana en el 2024? Es muy temprano todavía para hacer predicciones. Pero la división del PLD marca el panorama. Leonel Fernández, aunque tiene una nueva estructura política, es un viejo político, y, más aún, ya gobernó por muchos años y el pueblo conoce sus puntos débiles. Abel Martínez tiene que demostrar que es capaz de unir a un electorado dividido. Por el momento Luis Abinader es el candidato para vencer; pero tiene un punto débil: la estructura todavía no fortalecida del PRM. Los otros del horizonte son entelequias que solo existen de nombre como el PRD y el PRSC. Guillermo Moreno aún persiste en ser presidente, pero no logra concitar apoyo. Opción Democrática es el único partido que intenta tener un discurso nuevo y diferente, pero todavía es muy frágil.
De todas maneras, la triste historia de poder en República Dominicana es que la CORRUPCIÓN es un mal de fondo que existe en toda la estructura estatal y está metida en los huesos de la sociedad. Por esta razón, aunque el presidente actual luche contra ese terrible mal, muchos de sus funcionarios se han visto atraídos por esas mieles malditas del poder.
Aquí termina este segundo artículo de tristes reflexiones. Ojalá que en el próximo, sea la ciudadana, la mujer que cree en la educación como símbolo de esperanza, la mujer que confía en los sueños y las utopías. Hasta la próxima.
Oda a la tristeza
«TRISTEZA, escarabajo
de siete patas rotas,
huevo de telaraña,
rata descalabrada,
esqueleto de perra:
Aquí no entras.
No pasas.
Ándate.
Vuelve
al Sur con tu paraguas,
vuelve
al Norte con tus dientes de culebra.
Aquí vive un poeta.
La tristeza no puede
entrar por estas puertas.
Por las ventanas
entra el aire del mundo,
las rojas rosas nuevas,
las banderas bordadas
del pueblo y sus victorias.
No puedes.
Aquí no entras.
Sacude
tus alas de murciélago,
yo pisaré las plumas
que caen de tu manto,
yo barreré los trozos
de tu cadáver hacia
las cuatro puntas del viento,
yo te torceré el cuello,
te coseré los ojos,
cortaré tu mortaja
y enterraré tus huesos roedores
bajo la primavera de un manzano»