POR JOSÉ LUÍS ALEMÁN S.J. ¿A qué reforma del sistema aspiramos? ¿A superar sus conocidas debilidades dentro de un esquema educativo tradicional o a una reforma profunda de objetivos y medios? En ambos casos conviene preguntarnos sobre el currículum escolar y sobre las competencias deseadas.
a. La reforma curricular
Me fijaré en dos temas: papel de la investigación en la escuela y prioridad temporal de la formación científica o académica de los maestros sobre la pedagógica o andragógica.
Investigación en la escuela
Desde la perspectiva de un nuevo modo de producción, el de la economía global, que busca producir bienes nuevos o de cada vez mayor calidad y sofisticación buscando la más eficiente localidad para producir sus componentes, el sistema educativo más pertinente para la mayor parte de la población no puede caracterizarse ni por una formación especializada según el estado del arte ni por una formación enciclopédica del saber sin acción, sino de una educación que se concentre en los no tan numerosos principios humanistas y científicos básicos y en el domino de técnicas fundamentales de escribir, calcular, computar y experimentar.
Los programas enciclopédicos, particularmente los de preparación de profesionales en las universidades, no pueden seguir empeñándose en abarcar la creciente gama de sus especialidades ni, mucho menos, tratar de enseñar el último adelanto del campo.
Obsoleta queda también la doble ilusión de que las universidades han recibido en exclusiva la vocación divina de producir a través de la investigación los grandes adelantos técnicos y científicos y de que sin investigación personal en la Universidad, a ser posible a tiempo completo, no hay docencia aceptable. En la mayor parte de las carreras lo contrario es verdad. Las empresas en casi todas las ciencias de aplicación al mercado han sustituido hace décadas a las universidades como fuente primaria de innovación y desarrollo. La única manera de que el profesor pueda estar al día, muy de noche y tarde por cierto, es manteniéndose en el ejercicio de la profesión. La importancia del tiempo completo del profesor ha quedado cuestionada.
Si aceptamos que el sistema de enseñanza general tiene que centrarse en la formación profesional básica y fundamental de los estudiantes y a estimularlos a la acción, el experimento debe sustituir a la investigación. La investigación, la búsqueda de nuevos conocimientos y técnicos, es tarea de y para toda la vida y debe realizarse en centros de investigación en o fuera de la universidad y a ser posible en arreglos mutuos entre empresas y universidades. No es factible ni deseable pretender que la investigación sea una dimensión de todo el sistema. Sí es posible y deseable que en la escuela, en toda escuela, vayamos adquiriendo junto con los conocimientos y habilidades fundamentales el hábito de experimentarlos que significa tratar de comprobarlos, matizarlos o negarlos a través de su careo con la realidad. Usar el término investigación para trabajos de primaria, secundaria o terciaria es prostituirlo y hacer parecer fácil y rápido lo que no es sino simple bajada de resúmenes de Internet, virus a menudo horrendo que confunde obtención de información almacenada con creación de conocimiento.
Lógicamente esta concepción de la educación general no solo no excluye sino exige centros de preparación de profesores, de investigadores o de especialistas (los postgrados norteamericanos) o de actualización profesional (los diplomados tan confundidos entre nosotros con elementos de una eventual pseudo maestría). Los diplomados son para actualización profesional más o menos especializada que puede ser muy avanzada, las maestrías para aprender a Investigar con mayúscula, los Doctorados para añadir o crear conocimientos algo que sólo puede hacerse criticando y modificando lo ya aceptado canónicamente.
Creo finalmente en mercados de libre competencia entre escuelas y sectores (públicos y privados) para la mejora curricular de la educación dominicana obviamente en un marco legal de muy generales y necesarios principios y de susidios condicionados por resultados y orientados a facilitar una mayor igualdad de oportunidades.
En economía no cuestionamos hoy en día la eficiencia de mercados competitivos pero tampoco podemos ocultar que la competencia entre muy desiguales amplía la brecha inicial entre ricos y pobres. En un punto tan sensible e importante como la calidad de educación el Estado tiene obligación de subsidiar a los pobres para que dejen de serlo mediante un mayor acceso a educación de calidad. No olvidemos, sin embargo que en cuanto se refiera a subsidios hay que exigir transparencia pública del destino y uso de fondos y de sus resultados.
Prioridad temporal de la formación académica de los maestros y profesores
Existen dos claras y opuestas tendencias sobre la formación de maestros: la que da prioridad en el tiempo a la formación de conocimientos y la que ayuda a su formación pedagógica. Obviamente una no excluye a la otra pero el orden temporal de formación importa.
Tengo la impresión de que las mayores debilidades de los maestros dominicanos están en su alarmante falta de conocimientos. Soy conciente de la importancia de la formación pedagógica del maestro para que él o ella pueda comprender mejor las necesidades personales y sociales de los estudiantes, que no son prioritariamente de conocimientos, y hasta para saber comunicárselos mejor, pero la escuela tiene la responsabilidad prácticamente única de enseñar, algo que no es verdad de la formación humana, campo prioritario de la familia. De poco vale saber comunicar si no tenemos nada que enseñar. El maestro tiene que saber.
En una economía tan tecnificada y dinámica como la actual la enseñaza no puede limitarse a repetir resultados; tiene que enseñar a pensar y a experimentar. Sin una sólida formación académica, con conocimientos bastante profundos de lo que se enseña la escuela pierde buena parte de su justificación social.
Por esta razón me gusta una formación del maestro que primero lo instruya a fondo en áreas del conocimiento, psicología inclusive, y después lo ayude a formarse pedagógicamente. Casos como el finlandés y el alemán prueban la bondad de esta prioridad temporal del proceso de preparación del maestro.
b. Elección de competencias
Hasta hace poco tiempo sobreentendíamos sin cuestionarnos que la competencia que había que lograr mediante la escuela era de conocimientos y habilidades. Un médico tiene que saber medicina, un abogado leyes, un economista sabe Dios qué. Nadie negará la importancia de esta competencia profesional. Acabamos de insistir en su importancia. Pero no es la única ni quizás la más importante.
Las competencias formales, entendidas no como dominio de temas sino como hábitos intelectuales y morales que facilitan determinadas conductas, se suponían sin afirmarlas ni negarlas. Hoy sabemos que incurrimos en un grave pecado de solipsismo ignorándolas en la práctica.
Un ejemplo tomado de la Universidad del Pacífico de Lima, Perú, ayuda a quienes no somos profesionales de la Educación, a comprenderlas Allá distinguen entre aspectos claves del perfil de un líder para evaluar la admisión y competencias esperadas del egresado.
Competencias para admisión:
*Madurez y autoestima
*Habilidades interpersonales
*Determinación para el logro de sus objetivos
*Creatividad y capacidad analística
*Dominio del lenguaje
Competencias del egresado:
*Razonamiento lógico
*Expresión clara
*Conciencia ética
*Sentido de la historia
*Sensibilidad artística
*Ciudadanía responsable
Este paquete de competencias por llamativo que sea no dice por sí mismo nada sobre el grado de posibilidad real de su cumplimiento ni sobre los medios usados para ello. Ciertamente estas competencias son necesarias para el objetivo de esa Universidad: admitir a quienes destacan en su generación por su potencial intelectual, habilidades interpersonales, determinación para el logro y otras cualidades que los perfilan como líderes. Esta Universidad quiere ser de elite y por eso no superar una matrícula total de más de 3,500 estudiantes en tres escuelas: Administración, Contabilidad y Economía.
No tengo competencia -aquí significa especial capacidad de evaluación- para calificar el paquete de la Universidad del Pacífico. De hecho su objetivo no puede aplicarse a todo un sistema educativo nacional. Basta que aclare el concepto de competencia: hábitos intelectuales y morales que mueven a obrar fácilmente de una determinada manera.
c) Un paquete dominicano de currículo y de competencias
Algunos países asiáticos de economías emergentes como Corea y Singapore han adaptado su sistema educativo a la economía global enfatizando en sus currículos escolares la educación en matemáticas y ciencias prerrequisito de toda innovación seria,
Dado el pobre desarrollo de nuestra educación en matemáticas y ciencias, tienta la imitación de esos países pero elegir prioridades que simplemente contradigan debilidades es mala metodología como sería abogar por salud para un enfermo. Más acertado es atacar las causas de nuestras deficiencias. La mala formación profesional de los maestros en esas áreas por falta de profesores bien capacitados y la resistencia gremial a importarlos determina la mala calidad del sistema. A su vez esta deficiencia se acentúa en buena parte por la baja retribución que ofrece el mercado y ésta por la falta de demanda de nuestras empresas.
La moraleja es clara: como sin matemáticas y ciencias no será posible incursionar exitosamente en una economía que crezca por innovaciones tecnológicas y nuestras empresas no las necesitan tanto en esta etapa del desarrollo de mejoras de calidad no innovadoras, corresponde al Estado el financiamiento de licenciaturas y de maestrías en ciencias a través de sustanciales primas salariales a profesores y maestros del área y de becas que cubran a los estudiantes no sólo los costos de matriculación sino de vida.
Hablaríamos entonces de una reforma curricular con énfasis apreciable en ciencias. Sin embargo, un grado mínimo de honestidad intelectual nos profetiza el fracaso de cualquier reforma curricular que no implique la exigencia de rigor evaluativo sin temer por perversa simpatía social reprobar al pobre y cansado maestro que vive y estudia gracias a su beca.
Sin reforma de una competencia formal de honestidad académica por resultados y no por simpatía, compasión o miedo a impopularidad naufragarán las reformas curriculares.
Desgraciadamente la evaluación y promoción por mérito objetivo y no por paternalismo o amiguismo choca contra la cultura aún dominante: es visceral no intelectualmente contracultural. En el fondo toda reforma curricular radical que prometa éxito es revolucionaria.
En nuestro caso, el de un país que para aumentar su moderada riqueza y mejorar la distribución del ingreso en una economía global necesita innovar, la formulación y seguimiento de nuevas competencias formales, pocas y no más de tres como decía Felipe González al hablar de la elección por consenso de las grandes metas de la política económica de España, se convierten en el núcleo del desafío educativo actual de República Dominicana.
1. Mi selección consistiría en proponer como competencias buscadas en nuestros estudiantes las tres siguientes:
*Razonamiento lógico
*Expresión exacta
*Responsabilidad ética
La primera de estas competencias propone la meta de que los estudiantes cultiven y valoren un enfoque lógico, no floreado o apasionado del conocimiento.
La segunda competencia general pide el hábito de expresar exactamente lo que se desea evitando rodeos más o menos relacionados con el tema.
La responsabilidad ética se desdoblaría en dos direcciones: amor a la verdad, consistente en aceptar hechos reales, y orientación de la vida y de sus actividades no solo al propio bien, personal o familiar, sino también al bien común.
El énfasis en el enfoque lógico del conocimiento no busca suprimir ni frenar el enfoque pasional sino tratar de que aun éste último nazca de la realidad vista y no de emociones desnudas de razón.
La exactitud en la expresión se opone a la vaguedad e imprecisión del contenido.
El amor a la verdad en la responsabilidad ética trata de disminuir la muy humana tendencia de negarse a asumir lo desagradable, lo difícil y lo inconveniente del conocimiento. La orientación hacia el bien común compartido con el bien personal es exigencia de toda vida social de calidad. Como mínimo abarca el respeto a los derechos humanos -personales, políticos y sociales- de los demás y la aceptación práctica cabal de los métodos de solución de conflictos y de elección a cargos electivos.
2. Para los maestros del sistema me atrevo a proponer otras tres competencias:
*empeño por lograr un dominio objetivo de las materias que enseñan
*hábito de carear lo enseñado con la realidad
*evaluación por méritos
3. Finalmente para los responsables políticos de la nación otras tres competencias:
* priorizar el gasto público en educación sobre otras alternativas
* priorizar en ese gasto el financiamiento de la formación rigurosa de
maestros y científicos en matemáticas, ciencias e ingenierías con
becas de estudio y de vida sujeta a la aprobación de altos y rigurosos estándares
* fomento de la competencia y de la libertad de iniciativa de escuelas
y maestros, públicos y privados, controlada por resultados más que
por cumplimiento de procedimientos burocráticos.
Conclusión
Muy brevemente.
1. En una economía global de competencia tecnológica y en el grado de desarrollo alcanzado por República Dominicana, el sistema educativo debe orientarse e n la dirección general de fomento de la calidad de conocimientos a nivel mundial y de innovación.
2. Estamos pobremente preparados para reorientar el sistema educativo en esa dirección. Buena cobertura. Pobre calidad. Deficiencias cognitivas de nuestros maestros.
3. Reto: priorizar una educación en ciencias y en preparación de maestros que acostumbre a carear conocimientos y realidad y que busque competencias basadas en respeto a lo real, a resultados y a una ética ciudadana que aúne la prosecución del bien común junto con el privado.
4. La libre competencia de unidades educativas entre sí, públicas y privadas, y subsidios transparentes a los pobres son motores de una mejor calidad educativa.