Reformas y obediencia

Reformas y obediencia

Carmen Imbert Brugal

La presentación fue discreta, hubo pocas sonrisas y mucho compromiso. El trajín navideño permitió que aquello no mereciera comentario propicio. Ocurrió el 12 de diciembre del año pasado, la coincidencia de ministros, funcionarios y proyectos, emitía un mensaje de obediencia y cumplimiento. El presidente de la república enviaba al senado tres proyectos de ley con la correspondiente motivación, el portador fue el consultor jurídico del poder ejecutivo que asistió acompañado por la Ministra de la mujer y el Ministro de Relaciones Exteriores.

El mandatario, que quiere ser recordado como “un reformador” concluía el año con la presentación de “proyectos de alto interés para la nación”: proyecto de Ley Integral de Violencia contra las Mujeres, Fomento y Competitividad de la Aviación Civil y proyecto de Ley Integral sobre Trata de Personas, Explotación, Tráfico Ilícito de Migrantes. El manejo sigiloso impidió el conocimiento inmediato. Funcionó el perverso oportunismo para impedir la reacción condigna al esperpento que reitera tipos penales, confunde conceptos y pretende desconocer la ley sobre Tráfico Ilícito de Migrantes y Tráfico de Personas, de dúctil aplicación debido a la complicidad de cónsules y militares con el tráfico de personas.

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El proyecto obedece a lo exigido por la subsecretaria de Seguridad Ciudadana, Democracia y Derechos Humanos de EUA, Uzra Zeya. Ella pidió al presidente, en Palacio, “prestar servicios a las personas vulnerables, incluidos los haitianos y los dominicanos de ascendencia haitiana”.

Nuestra población es hija de los barcos y nieta de los aviones, sin embargo, cuando se menciona tráfico de migrantes, el imaginario piensa en Haití. El drama vecino convierte el hecho en exclusivo para un colectivo que cada día se adueña del este de la isla, ante el silencio y el temor de las autoridades, cautivas de las amenazas que tienen eco abyecto en el funcionariado y en representantes de los poderes fácticos.

Consciente de lo pautado y del soporte de los gestores de las ONGS locales, esos inclementes lobistas, el tema Haití no estuvo en la agenda de enero, hasta el día 24 cuando el presidente mencionó, en la Cumbre de jefes de estado y de gobierno de la CELAC- Buenos Aires- “los sufrimientos del pueblo haitiano” y reitero que la “solución no está en nuestras manos”.

Ahora, la estrategia comunicacional hará el esfuerzo para imputar ignorancia a quien disienta y reivindicará la conversión del proyecto en ley. La ilusión del muro acallará algunas voces y otras tratarán de evitar la agresión de los portadores de una narrativa maleva que niega la ocupación silente del territorio y no admite la ausencia de controles y sanciones para los auspiciadores del tráfico de haitianos.

La responsabilidad no estará en el presidente que presentó el proyecto sino en la Comisión Permanente de Interior y Policía y Seguridad Ciudadana del Senado. Espejismo y espejitos, taumaturgia que encanta y convence. Hipocresía institucional que funciona acompasada, gracias a ecos mediáticos que pretenden engatusar a una población desvalida frente a la agresividad de la comunidad internacional que jamás ha entendido la realidad de una isla dividida, ocupada por dos naciones diferentes.