Cada vez que se celebran fiestas patrias, principalmente el nacimiento del Patricio Juan Pablo Duarte y el 27 de febrero, Día de la Independencia Nacional, se producen festividades conmemorativas de dichos acontecimientos.
Actividades importantes pues elevan el espíritu no solo patriótico, sino de veneración a quienes hicieron posible contar con una República Dominicana libre. Y se hace justo e importante mantener y fortalecer los programas y campañas permanentes, resaltando todo lo que tiene que ver con los valores patrios.
En ese sentido escribí hace años que debemos entender que ello envuelve un cambio de métodos y mentalidad. Pues se trata de reafirmar los existentes junto a la creación de nuevos valores. Sin olvidar que dentro del concepto de educación y motivación hay otra dimensión relativa a transmitir conocimientos y a incrementar la información.
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Algunos estudios han concluido en que: “el desarrollo de los valores ocurre por etapas a lo largo de la vida. Que en dicho proceso desempeñan un papel predominante los diferentes ambientes y contextos sociales en los cuales se mueve la persona desde el momento mismo de concepción. Que el afianzamiento de los valores ocurre principalmente dentro de los primeros años de vida, hasta la adolescencia; pero también pueden producirse cambios posteriores a raíz de situaciones traumatizantes o a presiones por parte de las estructuras institucionales, que en nuestro medio son frecuentes”
Decía yo en aquel entonces que, entendiéndolo de esta forma, el proceso de reforzamiento implicaba la participación no solamente de las personas como individuos, sino la acción de la misma sociedad a través de sus instituciones. Por esta razón, el proceso de formación de valores es eminentemente social y la educación, considerada en su totalidad, no es ni puede ser el predominio de una sola y única institución social, como entienden algunos.
Continuaba diciendo que, para poder lograr la reafirmación de los valores, era esencial tener metas claras y precisas, y desarrollar voluntades para alcanzarla. Que no resultaran demasiado complicados ni de contenidos muy complejos. Lo ideal sería que respondieran a necesidades sentidas y compartidas por adultos y jóvenes.
Algunas de esas metas no fueron posible. Tal vez porque los intentos no fueron sencillos para el común de la gente. Por lo tanto, aprovechando la importante Pastoral de la Iglesia católica y la presencia de personas como Juan Pablo Uribe, sería bueno profundizar una campaña que clarifique y sea capaz de vender o transmitir las ideas en forma adecuada. Que generen expectativas y que la gente pueda asimilarlas.
Fáciles de entender. Y que además merezcan reconocimiento. En este caso, me atrevería a recomendar que se incluya, entre otros aspectos: Valores patrios, conciencia ciudadana y freno a la delincuencia.
Este proceso de toma de conciencia y reafirmación de valores, requiere una programación especial para convertirlo en realidad positiva. Lo ideal sería como resultado de un movimiento a nivel de las diferentes clases dirigentes, unidas dentro de planteamientos compartidos.
Capaces de difundirlos y propiciar los movimientos necesarios para ejecutarlos. Pero conociendo nuestro país, debe profundizarse como iniciativa del Gobierno con el apoyo de las iglesias, la familia y medios de comunicación. Los demás se incorporarán.