No cabe dudas de que el Estado, como se propone, tiene que aumentar la inversión en instrumentos que cierren paso a enfermedades imprimiendo mayor capacidad al sistema para generalizar vacunaciones y poner más cerca de todo el mundo las atenciones primarias.
Conceder prioridad a la instalación de acueductos con garantías de inocuidad, pues un amplio segmento poblacional no recibe suministro adecuado, vulnerado por el desperdicio y daños a fuentes naturales. El agua es vida; y salud.
La administración de inmunizaciones tiene que acelerar el paso hacia una llegada masiva a los hogares, organizada por épocas y edades; y los ayuntamientos y distritos municipales necesitan poder presupuestal para extenderse en labores de saneamiento con supresión de plagas y vectores en los entornos.
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En el país dejarán de verse abarrotadas las salas de centros asistenciales para consultas e internamientos de pacientes cuando el ingreso al sistema sea mayoritariamente para atenciones básicas con capacidad para soluciones rápidas y definitorias y para la prevención de quebrantos mayores.
Las escuelas y las juntas vecinales a que pasan a organizarse muchas familias de distintos niveles deben servir más para promover hábitos saludables y procede hacer predominar en la comunicación electrónica colectiva entre autoridades y el pueblo como auditorio los mensajes que eduquen sobre la forma de proteger al cuerpo humano y reaccionar a tiempo.