Por Hospital General de la Plaza de la Salud
La falta de educación sobre esta emoción nos convierte en seres humanos vulnerables que fácil y automáticamente podemos hacer daño a otro que, a su vez, ha violado nuestra dignidad y moral. Como consecuencia podemos tener molestias psicofisiológicas como dolores en diversas partes del cuerpo, manchas, alergias, enfermedades inmunológicas, cáncer, depresión, irritabilidad, falta de sueño y apetito, falta de concentración y de motivación, procastinación; también podemos morir, matar o terminar en daños físicos permanentes (parálisis, mutilaciones, etc.) o en la cárcel, entre otros daños.
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La ira está precedida por pseudo pensamientos o pensamientos irracionales. Usualmente tenemos tendencia a pensar dogmáticamente, como cuando hacemos afirmaciones generales, absolutas y cuando utilizamos palabras como “debe” o “tiene”. Por ejemplo “Las personas malas deben ser castigadas”, “tú nunca me sacas a pasear”, “tú siempre me das boche delante de la gente”, “todos los políticos son ladrones”, “las cosas se deben hacer siembre bien”, “debes ser el mejor”, etc.
De igual modo otro pseudopensamiento es la tendencia a exagerar lo malo: “es terrible”, “es catastrófico”, “es increíble”, “es pésimo”; también cuando no advertimos de nuestra baja tolerancia a la frustración al procesar la información como “no lo puedo soportar”.
Entre otros falsos pensamientos también están los que tienen tendencia a enjuiciar o juzgar todo: “Yo soy malo”, “soy estúpido”, “merezco castigo”.