El domingo 17 de mayo 2020 el presidente Danilo Medina anunció el reintegro laboral en medio de la “covidianidad”, dando dos días para que tanto el sector público como el privado preparen el plan de reintegro del 50% del personal a las instalaciones de manera presencial. Lanzaron el “Protocolo General y Sectorial para la reinserción laboral” el martes 19 de mayo: no hubo tiempo suficiente para su socialización. Sin reglas claras en situaciones como estas, la incertidumbre es mayor.
En virtud de lo antes expuesto, las empresas e instituciones empezaron a improvisar lo que sería un protocolo de reintegro del personal (en menos de dos días), enfrentando miedos, ansiedad, incertidumbre y dejando atrás los pasos de avance del teletrabajo que se pusieron en marcha durante la cuarentena. Nota: sería interesante que los sectores pasaran balance de los pro y los contra del trabajo a distancia durante esta crisis ya que, República Dominicana tiene años reviviendo una iniciativa legislativa sobre el tema, y este podría ser el caso de estudio para respaldar el proyecto (cierro nota).
Continúo. El 50% de los trabajadores, tanto de uno como de otro sector, no debe tomar en cuenta las personas que padecen problemas respiratorios severos o con alguna enfermedad crónica o convaleciente (esas personas NO deben ser excluidas por su condición de salud ya que es un tipo de discriminación: deberían ser consideradas para teletrabajo.) Separando ese grupo poblacional que es el más vulnerable, es importante resaltar que el Protocolo General más arriba citado, contempla la implementación de políticas y prácticas flexibles y favorables de licencias laborales. Sí, leyeron bien: licencias. Uno de los aspectos tratados bajo ese título es lo siguiente: “mantener políticas flexibles que permitan a los empleados quedarse en casa para cuidar a un familiar enfermo o cuidar a los niños debido al cierre de escuelas y guarderías”. Sin embargo, las madres y padres que se me han acercado para expresar su preocupación ante la repentina decisión del Ejecutivo, no quieren licencias, pues las licencias suspenden de manera temporal la obligación de trabajar del trabajador, conservando intacto su derecho al cobro del salario. Las familias trabajadoras con niños, en la mayoría de los casos, lo que quieren es poder continuar laborando desde el hogar para cumplir también con el nuevo rol: ser profesores de sus hijos (rol adquirido tras el cierre de los colegios y escuelas que, dicho sea de paso, es un servicio público suspendido que las familias han tenido que suplir). Pero dicho protocolo NO toma en cuenta el trabajo a distancia en su contenido, solo menciona el trabajo remoto en las medidas generales de explotación de Minas y Canteras.
La primera reflexión sobre esta situación es: ¿por qué darnos tan poco tiempo para reintegrarnos de manera presencial? Segunda reflexión: ¿Acaso quienes estuvieron trabajando a distancia no presentaron resultados? El teletrabajo es una modalidad moderna y de ahorro tanto para el sector público como para el privado; no es una herramienta coyuntural del COVID-19. Tercera reflexión: ¿cómo apoyo a mis hijos con las clases desde el trabajo? El cierre de los colegios/escuelas dificulta a las familias el reingreso a los trabajos. Por lo menos hasta mediados de junio las familias con hijos menores de edad están complicadas y van forzadas ante el compromiso imperante de que sus hijos no se queden detrás en su desarrollo académico (el MINERD señaló que nadie reprobaría, pero se establecieron condiciones: ver minutas de reuniones del CNE). Las clases virtuales de los niños y niñas (menores de 12 años) requieren acompañamiento obligatorio y las personas que pudieran apoyar en casa con el cuidado de los niños no manejan esa tecnología y/o simplemente no tienen el entrenamiento para asistirnos con las clases.
El párrafo anterior es lo que me conduce a la cuarta reflexión: ¿quién cuidará de nuestros hijos? La mayoría de las familias que conozco, incluyendo la mía, le dijimos “hasta luego” a nuestro personal doméstico cuando empezó la cuarentena oficial. Enviamos a esas guerreras a sus casas a cuidarse y a cuidar a los suyos. Algunas familias pudieron reintegrar a su personal domestico; otras (muchas) continuamos sin ellas y las razones varían y sobran; como, por ejemplo: 1) no estábamos seguros de que estas personas habían cumplido con los protocolos de distanciamiento e higiene; 2) porque son personas vulnerables (enfermedad crónica, más de 60 años); y 3) entendimos que hay que respetar que estas personas también necesitan hacer su cuarentena en familia. En dos días a nadie le da tiempo de reintegrar a un personal de apoyo para cuidar a nuestros hijos, sin por lo menos realizarle una prueba PCR para poder estar tranquilos. Lo que toca es: turnarse con las parejas (quienes tienen pareja) esperando que los supervisores acojan estas medidas de flexibilidad planteadas por la presidencia y que el trabajo a distancia no se estigmatice.
Y ahora resulta que llegó el miércoles 20 mayo, el día del corre corre para estas familias de madres y padres trabajadores y no saben cómo se harán para volver al trabajo. El inicio de las 4 fases de desescalada no debió ser tan abrupto. Estoy de acuerdo con el Presidente: deberemos aprender a convivir con el COVID-19 de manera segura; pero es importante no desestabilizar a las familias en estos momentos de incertidumbre y que los empleadores sean razonables. Sabemos que ha sido difícil también para los empresarios y emprendedores; pero ahora nos toca no escoger bandos. Permitan a sus empleados demostrarle su capacidad de administrar su tiempo y sus responsabilidades desde el hogar, por lo menos hasta que el año escolar cierre y que las familias puedan adaptarse a esta ‘nueva normalidad’.