Relaciones del canciller Tolentino con el presidente Hipólito Mejía

Relaciones del canciller Tolentino con el presidente Hipólito Mejía

Durante los primeros dos años de gobierno de Hipólito Mejía, Hugo Tolentino tuvo gran coincidencia con él en los asuntos concernientes a las relaciones internacionales. Pero no en los siguientes. El historiador fue señalado como ministro de Relaciones Exteriores desde antes de Mejía asumir la Presidencia.

Tolentino Dipp piensa que el nombramiento posterior no fue totalmente una convicción personal del recién electo Presidente sino que influyó el conocimiento que este tenía de que Peña Gómez, “de ganar las elecciones, me hubiera designado para el mismo cargo”.

Hugo no refiere que tuviera alguna relación previa de amistad con Hipólito Mejía. Lo que sí afirma es que durante la campaña percibió “sin tardanza que estábamos frente a un candidato que se las manejaba de manera muy habilidosa, espontánea y abierta frente a todas las clases sociales y por consiguiente me di cuenta de que tenía posibilidades de triunfar, como lo fue en efecto”.

Cuenta que no se esperaba que lo designara Canciller de la República, “pero en el periodo de la transición me pidió que me ocupara de sus relaciones internacionales”.

En ese lapso viajaron juntos y se reunían con frecuencia. Hugo conserva varias fotos y anécdotas de una visita al Papa Juan Pablo II.

Contradicciones. Dos años y algunos meses después comenzaron las discordancias entre Hugo y Mejía, y Tolentino y algunos funcionarios. A partir de entonces el escritor no conversa feliz y entusiasmado de la gestión de Hipólito.

“Siempre he tenido la impresión de que esas contradicciones fueron motivadas por el propósito de reelegirse que tuvo el propio Hipólito y que le alimentaron muchas de las personas que lo rodeaban”, razona el historiador. No lo apoyó y declaró su desacuerdo en la televisión y en la prensa escrita, “aun siendo parte de su Gobierno y frente a muchos de los funcionarios de Hipólito quienes constantemente me decían que yo estaba equivocado”.

Piensa que el gobierno de Mejía llevaba buen rumbo y que este podía esperar que pasaran cuatro años para repostularse. “Nunca comprendí la prisa”, exclama.

Significa que una de las mayores desavenencias fue la que se suscitó a propósito del caso de Irak. “Se debatía en las Naciones Unidas la situación de ese país y el Consejo de Seguridad apoderado del asunto debía buscarle una solución”.

Agrega que es preciso recordar todos las apetencias que tanto personalmente como políticamente enfrentaban a Saddan Husein con los Bush. “Aquello, más que un problema de naturaleza internacional que pusiera en verdadero peligro la paz mundial era una pugna de intereses y motivo de ambiciones por parte de ciertos círculos económicos norteamericanos”.

Según el parecer de Hugo, esa era una realidad muy obvia “y la Cancillería dominicana, queriendo ser respetuosa no solamente de la paz del universo sino de las normas que pautan la solución de los conflictos internacionales, mantenía la tesis de que la salida a aquella crisis tenía que ser mediante una decisión multilateral que partiera de las Naciones Unidas”. Los Estados Unidos, manifiesta, estaban enfrentados en ese organismo “porque promovían su derecho a la intervención unilateral contra el terrorismo, tesis que se multiplicó en muy varias argumentaciones hasta llegar a la justificación de la tortura”.

Cuenta que durante meses, Hipólito Mejía respaldó la solución multilateral y que en ocasión de un viaje de Tolentino a Francia, recibió allí la noticia de que “el Presidente apoyaba la tesis norteamericana”.

“Siendo yo simplemente un intermediario ejecutor de la política exterior, cuyo orientador debe ser el Presidente de la República, no tenía más recurso que presentar mi renuncia irrevocable. Si el Presidente consideraba que la política exterior debía ser pautada por un determinado camino y el Canciller no está de acuerdo, lo lógico es que renuncie. Y eso hice sin mayores escándalos”.

Un día después de Estados Unidos comenzar el ataque contra Irak, Mejía anunció su apoyo al jefe de la Casa Blanca, George W. Bush. “El Gobierno dominicano está al lado del pueblo y el Gobierno de Estados Unidos en las actuales circunstancias”, indicó la Presidencia en un comunicado.

“Podría agregarte, como otra de mis contradicciones, la orientación que tomó a partir de un momento la determinación del Tratado RD-Cafta”. Dice que tuvo muchos desacuerdos “con la ministra Sonia Guzmán, de Industria y Comercio”, porque la posición de él era “que había que orientar la política dominicana a través de las pautas que se habían trazado, sobre todo aquellas que favorecían para los tratados de libre comercio a los países subdesarrollados como el nuestro”.

Sin embargo, comenta que sus posiciones no lo llevaron a la enemistad con el presidente Mejía, de quien ha seguido siendo amigo, confiesa. Afirma que al otro día de que este perdiera las elecciones lo encontró “en la soledad del poder” y lo sacó a distraer la mente visitando “uno de los proyectos más valiosos de su Gobierno”: el laboratorio de reproducción de plantas de la dieta dominicana, que dirigía Faelo Ortiz.

Recuerda que cuando el gobernante aspiró a reelegirse escribió un documento solicitando a los siete precandidatos del PRD que se oponían a él, que mediante encuentros o con acuerdos entre ellos escogieran a una persona para enfrentarlo e ir a la convención… “Y tuve la callada por respuesta de parte de los siete”.

-¿Cuál es su opinión de la gestión de Hipólito Mejía como Presidente?, se le pregunta. “Estoy convencido de que hizo unos primeros años muy buenos, pero convencido también de que en parte el propósito de reelegirse tuvo que ver con algunos tropiezos posteriores”. Agrega, empero, que por más esfuerzos que hagan para desmeritarlo no existe comparación entre su ejercicio con otros que le sucedieron.

-¿Cuáles tropiezos? “Tolerar inconductas de algunos miembros de su Gobierno”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas