POR: Cayetano Rodríguez del Pradp
El Movimiento Popular Dominicano -MPD- llegó al país el 4 de junio de 1960, hace ahora sesenta años, de la mano de Máximo López Molina y Andrés Ramos Peguero con el propósito de enfrentar a Trujillo en el seno del pueblo. Se cumpliría la consigna de “lucha interna o Trujillo siempre” planteada por Pablo Antonio Martínez en La Habana, antes de ser asesinado por la dictadura de Batista.
En su primer manifiesto en territorio dominicano se establecían las principales líneas programáticas de la organización, esencialmente democráticas y de liberación nacional. Máximo López Molina, Andrés Ramos Peguero, Mario Jerez Cruz, Francisco Ramos Peguero, Ciprián Polanco, Francisco Ramos Rojas, Ramón Padilla Jáquez, Fausto Ortiz y Ernesto López Molina aparecieron públicamente como firmantes de dicho documento. Este Francisco Ramos Peguero a que se refiere el primer Manifiesto es Francisco Elizardo Ramos Peguero (alias Chichí), hermano de Andrés y de Francisco Eleuterio Ramos Peguero (El Chino), mientras que Francisco Ramos Rojas era el padre de los tres.
Otros, además de los firmantes de este primer Manifiesto aparecían públicamente como dirigentes y militantes del MPD. Entre estos se encontraban los hermanos Parmenio, Tomás, Florisel y Joaquín Erickson, César Rojas, Camejo (no conocemos su nombre), Rafael Delio Rivera Cruz (Riverita), los hermanos Michel Antonio y Antonio Michel Baik, un militante conocido por nosotros como Leoto el Sordo, Edwin Botello, Ramón Emilio Feliú, los hermanos Piro, Pepe y Moreno Céspedes, José Vásquez Almonte, Idelfonso Valerio, Andrés Curiel Pérez, mejor conocido por su nombre de luchador deportivo “El Santo”, Daniel Escoto y Bruno Castro, tío de los hermanos Ramos Peguero.
El grupo de los “no quemados” tendía a crecer cada día que pasaba, mientras que el de los “quemados” permanecía limitado a unos treinta hombres aproximadamente, los cuales permanecían la mayor parte del tiempo dentro del local de la Ave. José Trujillo Valdez (hoy Ave. Duarte) #12 lanzando consignas por los altoparlantes, preparando el periódico “Libertad” y organizando la seguridad del recinto, pues permanentemente se veía la presencia de caliés y otros matones preparando agresiones contra los emepedeístas.
Tan pronto el MPD inició sus actividades políticas en el país, Máximo y Andresito, que eran de hecho los verdaderos jefes del partido, iniciaron la formación de células clandestinas que pudieran enfrentar la represión aplastante que en un futuro cercano podría venir. De modo que teníamos al grupo de los “quemados”, es decir a los reconocidos públicamente como miembros y, al de los “no quemados”, que se suponían desconocidos para las fuerzas del Servicio de Inteligencia Militar -SIM-.
En el local del nuevo partido se creó una comunidad donde se establecían horas para el estudio, haciendo énfasis en la comprensión del periódico del MPD “Libertad” y otras publicaciones partidarias, horas para la limpieza del recinto, turnos rotatorios para hacer labores de centinelas, tanto de día como de noche, trabajos de preparación del periódico, así como muy peligrosos turnos para repartir el periódico y la propaganda fuera del local. Esta labor se hacía principalmente en la Ave. Duarte, la Ave. Mella y la calle El Conde. Las Labores de cocina estaban concentradas en Riverita y en Fausto Ortiz Martínez, pues mostraban mejores habilidades para preparar tres comidas diarias muy precarias. En el desayuno y en la cena frecuentemente se preparaba “cocoa”, una mezcla de agua, chocolate y harina de trigo.
Esta vida la compartía todo el grupo de “los quemados” incluyendo naturalmente a Máximo López y a Andresito Ramos Peguero.
La venta pública del periódico constituía una verdadera dificultad, pues la mayoría de las personas abordadas por los vendedores daba la espalda, se hacían los sordos o escapaban corriendo. Algunos penetraban a los zaguanes de los edificios circundantes, recibían el periódico y lo escondían debajo de la camisa. Algunos comerciantes le susurraban a los distribuidores que ocultaran el periódico debajo de las mercancías en exhibición y lo leían luego. Algunos comerciantes españoles como Santiago, el de La Coruña, siempre compraban y leían nuestro periódico.
Uno de nuestros militantes, Ramón Emilio Feliú, fue apresado por los esbirros de Trujillo, torturado y posteriormente liberado. Denunció por los altoparlantes del local del MPD las torturas que había recibido en “La Cuarenta”, y esa misma noche fue reapresado. El MPD organizó, con la bandera dominicana al frente, una marcha desde el local de la Avenida Duarte hasta el Servició de Inteligencia Militar -SIM-, situado detrás del Palacio Nacional, para reclamar la libertad de Feliú, y durante el recorrido por las calles se vociferaron continuamente consignas contra Trujillo.
Fue la única marcha realizada públicamente por una organización revolucionaria desde las realizadas por el Partido Socialista Popular -PSP- en la década de los años cuarenta, muchos años atrás. Los capitaleños, sorprendidos, cerraban rápidamente sus puertas para evitar las consecuencias terribles que pudiera acarrearles este valiente desafío al tirano y su régimen. A partir de ese momento los dominicanos empezaron a comprender que el MPD era una genuina fuerza antitrujillista y no un ”gancho” para atrapar incautos.
Johnny Abbes recibió a los manifestantes en el SIM, dijo que vería el caso de Feliú, pero mientras mantenía esa posición cínica ya nuestro compañero había sido asesinado bajo terribles torturas.
Desde el inicio de las actividades del MPD en territorio dominicano se notaba la filtración de informaciones hacia la dictadura trujillista, pero no se sabía con certeza quién podía ser el espía infiltrado. En realidad se trataba de Mario Jerez Cruz, viejo amigo de Máximo, quien incluso acudió al aeropuerto de Cabo Caucedo a recibir a la delegación emepedeísta el 4 de junio de 1960, quien en realidad era un espía del Servicio de Inteligencia Militar -SIM-, y mantenía continuamente informado al régimen de los planes y actividades del nuevo grupo antitrujillista. Su posición de Secretario de Organización del MPD le permitió la elaboración de listados continuamente actualizados con los nombres de los luchadores revolucionarios, fueran “quemados” o “no quemados”.
Este tenebroso espía trujillista, a través de sus delaciones, envió a los centros de tortura y a la muerte a varias decenas de luchadores del MPD.
Las luchas de los emepedeístas se extendieron a Santiago con la participación de jóvenes como Max Rodríguez, Lorenzo Vargas -El Sombrerero-, Radhamés Núñez y otros luchadores de la región del Cibao.
Pero la “tolerancia” del régimen trujillista duró hasta el 30 de agosto de 1960 día en que fue destruido el local del MPD y arrastrados a las cárceles del régimen, todos los emepedeístas conocidos o “quemados” y los “no quemados” incluyendo a Máximo López y Andrés Ramos Peguero, que recibieron, como los demás miembros, encarcelamiento, golpizas y torturas.
Fueron atrapados alrededor de noventa emepedeístas, torturados y asesinados en su gran mayoría. Algunos de los asesinados fueron Florisel Erickson, Ramón Emilio Feliú, Alberto Feliciano Abreu, Fausto Ortiz M., Samuel Virgil, los hermanos Michel y Antonio Baik, Horacio Frías -Mejo-, Fran Tolentino, Ciprián Polanco y un grupo cercano a los ochenta militantes, de los cuales pudimos recoger el nombre de cuarenta y tres, que aparecen en la publicación del MPD del 30 de agosto de 1962.
Entre los que pudieron salir de las cárceles y salvar la vida estuvieron Máximo López Molina, Andrés Ramos Peguero, Tico López Molina, Parmenio y Joaquín Erickson, César Rojas, Edwin Botello, Jorge Nesrala, Ildefonso Valerio, Daniel Escoto, Riverita, Radhamés Núñez, René Sánchez Córdoba, Eligio Mella Miniño, Cayetano Rodríguez del Prado y unos pocos más.
Resulta de gran importancia para todas las fuerzas democráticas y progresistas de nuestro pueblo, reconstruir la historia reciente de nuestro país y particularmente el rescate de la memoria histórica de los mártires y luchadores que se sacrificaron por la patria desde las trincheras del 1J4, del PSP, del PRD, del Social Cristiano y del MPD, partido al cual pertenecí, y del cual trato de rescatar del olvido algunos nombres.
Mucha sangre fue vertida entonces en las luchas contra Trujillo y sus sucesores.