República Dominicana es una nación conformada por gente sencilla, alegre, llena de entusiasmo, servicial y hospitalaria.
Desde sus orígenes, dos factores relevantes la caracterizan: la exaltación al Dios vivo y la identidad nacional.
El dominicano entiende que todo viene del Dios Eterno y que todo es para Él. Su símbolo patrio es una señal irrefutable.
El dominicano se sabe dominicano y considera una honra el poder marcar diferencias visibles, entre ciudadanos extranjeros. Es un pueblo que no guarda rencores, que olvida y que sana.
Sin embargo, frontales ataques son recibidos, unos por el tiempo difícil en que nos encontramos, otros, por dejar pasar los años, queriendo encontrar soluciones, únicamente humanas, cuando es una verdad incuestionable que es el Todopoderoso quien nos hace triunfar.
Es hora de que nuestros gobernantes cambien su forma de pensar y valoren la oración intercesora, como un arma de guerra.
¡Que se levante el pueblo del Dios Altísimo! ¡Que se levante el pueblo que ora y clama, ante Su presencia, en búsqueda de una intervención divina! ¡Que no se apague nuestra sonrisa!
¡Que no se corrompa nuestra sencillez! ¡Que no se entristezca nuestro rostro! ¡Que no disminuya nuestro patriotismo!
Cerquemos este país con ayuno y oración. Esta tierra que es aun nuestra, porque continuamos buscando al Creador, no será conmovida. El nos dará tranquilidad por todas partes.
Edificaremos y prosperaremos. No olvidaremos que el caballo se alista para la batalla pero es Dios quien da la victoria.