El cierre fronterizo con Haití por tierra, mar y aire y la puesta en interrupción absoluta de las relaciones consulares desde las 6.00 a.m. de hoy, coloca en su punto más extremo las consecuencias negativas para este país de la ausencia de ley y orden en el suelo vecino en el que la violencia de pandillas manifiesta capacidades de desbordarse hacia la cercanía. Agentes de odio y hostilidades hacia la nación dominicana y sus autoridades atizan pasiones moviendo multitudes hacia el borde limítrofe con pretensión de convertir en «causa patriótica» la construcción privada del canal que desviaría el cauce del río Dajabón (o Masacre) en inaceptable violación a tratados binacionales y al derecho internacional. Muchedumbres lanzadas a respaldar la obra transgresora aparecen diciéndose «dispuestas a morir» para lograrlo dando frente con sus pregones a tropas dominicanas que exhiben poder de fuego con desplazamientos que las exponen a provocaciones que no tendrían contención alguna al otro lado de los límites nacionales.
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Los próximos días serían de máxima tensión, intranquilidad y nuevos riesgos para la convivencia en las áreas críticas en las que tienden a encontrarse la anarquía reinante en el oeste y los dispositivos de protección a la soberanía, vidas y bienes de las comunidades fronterizas. Abierta debe seguir la opción, que no ha funcionado hasta ahora, de superar con diálogo el conflicto. Queda fuera de toda duda el respaldo al Gobierno dominicano en esta crisis.