Hemos cumplido las tres primeras características republicanas
Hay términos o palabras compuestas que llegamos a utilizar rutinariamente sin percatarnos debidamente de su significado y alcance. Algunas trascendentales, como “República”. Pasamos por alto su etiología. Proviene del latín Res Publica: Res, cosa y Pública de populus, pueblo.
Es lo concerniente al colectivo general, al Bien Común; a diferencia de bien particular marcado por lo privado.
Acuñado el término en la Roma del siglo V a.C., lo público puede caracterizarse por cinco mandamientos:(1) Sus autoridades se eligen directa o indirectamente mediante sufragios (2) de la colectividad calificada para elegir (3) por tiempo definido para viabilizar la alternabilidad facilitadora de (4) una uso equilibrado de recursos a través de sus instituciones administradoras (5) para garantizar la consecución del Bien Común: más bienestar colectivo y menos desigualdades.
La República generó la filosofía política republicana. El surgimiento de nuevos conceptos políticos, asoció el republicanismo a otras filosofías: Patria, Nación, Soberanía, Democracia, Estado de derecho, Identidad, Territorio, Frontera. Tal es la asociación, que muchas veces uno o varios de estos conceptos se confunden con el republicanismo hasta predominar sobre esencias del republicanismo.
Desde el Juramento Trinitario que pautó la constitución de la entidad social y política que vivimos, los forjadores de nuestra nacionalidad imprimieron el sello republicano. Reza su texto “implantar una república libre, soberana e independiente…que se denominará República Dominicana”.
Tres veces menciona la palabra república en el breve texto jurado el 16 de julio de 1838 ante el presidente de la Sociedad: Juan Pablo Duarte.
En 2010, 172 años después, nuestra Constitución definió que el “pueblo dominicano constituye una nación…con el nombre de República Dominicana”.
Con las limitaciones propias de la masificación social, complejidades de nuestros tiempos, y las imperfecciones propias del sistema democrático–“el menos imperfecto de los sistemas políticos”- mal que bien hemos cumplido las tres primeras características republicanas.
Pero habida cuenta la desigualdad social imperante todavía hay un trecho enorme por transitar hacia el Bien Común especificado en las dos últimas características, relacionados con distribución equitativa de recursos y equidad social.
Una desigualdad que se manifiesta al comparar nuestro notorio crecimiento económico observado entre 1990-2018 con el Índice de Desarrollo Humano (IDH) elaborado por PNUD-NNUU ponderando aspectos vinculados al bienestar social: salud, educación, ingresos. Mientras el Índice del PBI se multiplicaba por 8 entre esos años, el IDH se reducía 21.5%,
¿Podemos esperar que las nuevas autoridades reviertan esas tendencias hasta propiciar que los recursos nacionales sean utilizados traduciendo mayor y mejor distribución de beneficios colectivos, conforme debe esperarse en toda República regida por las características del republicanismo?
¿O es esperable, por la influencia de lo privado en lo público, el agravamiento de desigualdades impropias del mandamiento republicano?