Resistir

Resistir

Guido Gómez Mazara

Los temperamentos excepcionales se construyen en medio de la dificultad. Aunque parezca inentendible, los tiempos caracterizados por el click y redes sociales, hacen de la celeridad, fuente por excelencia del fracaso. Así, se violentan ciclos naturales en la condición humana, y los sobresaltos transforman opulencia rápida en derrumbes oprobiosos. En cada escenario, brotan referentes edificados en el marcado interés de formas sustituyendo el fondo y degradando la calidad de productos sin rigurosidad y talento. Lo que se articula con bastante coherencia es el ejército de mediocres capaces de consolidar sus miserias en el marco de un espíritu de cuerpo para mantenerse a flote.

Afortunadamente, el déficit de talento no es sostenible en el tiempo. José Francisco Peña Gómez sufrió la obstrucción perversa de los que en su generación nunca alcanzaron sus virtudes y conexión con las masas, y la fuerza de sus capacidades colocó las cosas en su lugar. Al final, la intuición ciudadana no es fácil de engañar en el largo plazo. Aunque los ritmos del siglo 21 nos lancen por los rieles de la velocidad y afán por alcanzar las metas, irrespetando los plazos de la prudencia y sentido común, el derrumbe toca la puerta con excesiva energía  a los que se sienten exitosos  porque obstruyen al que consideran con mayores virtudes.

En el país la gente no es tonta. El trabajador portuario, la humilde modista, los vendedores de frutas en cualquier esquina, sin la rigurosidad académica ni fascinación por exhibir en las redes el último libro leído, conocen al cojo sentado y el ciego durmiendo. Aquí, a contrapelo de los perpetuadores de dioses del ocaso, sin presencia en YouTube ni interés en convertirse en “influencers” existe un claro entendimiento de las combinaciones e intentos antidemocráticos en los partidos, relaciones subterráneas y cuotas en la justicia, atentatorias con las ansías de trazar un verdadero sentido del cambio. No será fácil por la existencia de fuerzas que siempre se resistirán a las transformaciones que eliminen el histórico régimen de privilegios, y de paso, edificar un tinglado de complicidad que eternicen inobservancias que dañan la democracia y sed por tener un país de verdad.

La labor no es fácil. Y resistir constituye el aliento necesario y en la medida que el ciudadano pueda leer con efectividad los desmanes, su capacidad de asombro se impondrá sobre cualquier intento de preservación del status quo. Llega el escándalo con montos excesivos y mandos militares acumulando inmisericordemente, aderezados por instancias de la comunicación muy comprometidas con las parrandas del poder y políticos, de todos los sectores, siempre diestros a pactar y apostar al olvido.

Apostar al futuro sin doblarse es la meta y fuente de aliento, para una nueva generación que camina sobre el terreno de muchas historias de gente que lo entregó todo, le asesinaron, la cárcel y persecución, no lograron diezmarlo.

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