Sigiloso, cauteloso, exitoso, diametralmente honesto, humilde, solidario con sus amigos, fueron algunas de las gemas espirituales que gardearon siempre pegado al doctor Bienvenido Corominas Pepín, mi recordado y querido Dido, que nos dejó a quienes le quisimos el 14 de este mes, a los 84 años. Luego de un largo y penoso quebranto de cáncer de páncreas, Dido Corominas se desmaterializó y ascendió a las escarpadas regiones de lo ignoto dejando entre todos una impronta de trabajo pundonoroso, tesonero y de ejemplo para muchos en variantes señaladas. No excento de ocurrencias y humor sano.

Empezó como contador en La Voz Dominicana en la etapa de Petán Trujillo, pero luego de saltar los grilletes de la tiranía trujillista, viró su carga política hacia el PRD y el presidente Juan Bosch lo designó administrador del Attlas Company en la avenida 30 de Marzo de la capital.

Dido se decantó por el sector privado y fundó la primera tarjeta de crédito nacional, Créditos Comerciales en 1964 y también ese año Seguros Pepín, de gran demanda y solvencia con el edificio más alto para una empresa aseguradora del país en la Avenida 27 de Febrero capitalina. En 1970 Dido fundó el diario El Sol en Santiago de los Caballeros, tributo a su patria chica y asumiendo el rol educador de su tía Ercilia Pepín, y luego trasladó a la capital.

En 1978, comprobado por el suscrito, El Sol circulaba en más pobladitos y aldeas que Listín Diario, aunque la tirada de éste fuese mayor. Fundó en Santiago el Banco Nacional que luego vendió al Bank of America.

Contertulio discreto de tenidas, más observador que expositor en los opíparos almuerzos de Bernardo Bergés Peña que tanto disfruté con Dido, que a veces me llevaba a mi casa o viceversa y su vehículo detrás del mío, sirva una vida ejemplar para empresarios, amigos y sobre todo a sus hijos a quienes deja una herencia de conducta impoluta. Paz a sus restos. Imposible de olvidar a Dido Corominas.